ALBERTO MARINO
RECUERDOS DE SU VIDA ARTÍSTICA
Parte Primera
Por Pablo Darío Taboada
MARINO, ALBERTO
(Marinaro, Vicente, Italia- 26 de abril de 192?-Buenos Aires, 21 de junio de 1989)
La voz de oro del tango
Cantante, compositor.
1 CONTROVERSIAS SOBRE SU LUGAR DE ORIGEN Y FECHA DE NACIMIENTO. LLEGADA A SALTA. BUENOS AIRES EN 1934.
Como con casi todas las grandes figuras del tango, Alberto Marino no escapa a la problemática genealógica para el rastreo de sus datos filiatorios. La mayoría de las biografías del cantante lo dan como oriundo de Verona y datan su fecha de natalicio el 26 de abril de 1920. Sin embargo, en el último reportaje que diera a la prensa (Diario Popular, el día de su cumpleaños del año 1989[1]), expresó que nació en Palermo, Sicilia, el día 26 de abril sí, pero del año 1923. Aparentemente el error deriva de una declaración de su madre para hacerlo ingresar a trabajar a una marmolería en el barrio de Las Cañitas, en Belgrano, y por lo tanto fraguó su edad para darle como apto para el mundo laboral de entonces y a partir de allí, siguió con la deformación de la fecha para sus papeles.
No sé si esta historia será verosímil o le venía bien al artista para sacarse tres años de encima, como es costumbre en el ambiente.
Lo cierto es que su cumpleaños se festejaba el 26 de abril y de Italia vino (ya no podría precisar de dónde), a la Argentina. Habría vivido cinco años en Salta capital y de chico todavía llegó a Buenos Aires con su familia. Es factible que haya estado en el norte argentino desde 1929 hasta 1934. Si como él propio artista dijo, nació en 1923, tendría seis años cuando ingresó a nuestro país y once cuando conoció Buenos Aires.
En 1934, Gardel estaba filmando en los Estados Unidos y se exhibían sus películas francesas en todos los cines de la capital. Corsini y Magaldi eran los dos popes del tango y Charlo no se quedaba atrás, cantando por radio Belgrano en programas memorables tanto con la orquesta de Francisco Canaro como con las guitarras de Héctor Besada, Ceferino Alonso, Roberto Grela, Eduardo Arana, Avelino Casao y Edmundo Rivero.
El joven Marinaro admiraba a Gardel y respetaba a Corsini y Magaldi, pero tenía predilección por las novedades de Antonio Rodríguez Lesende y sobre todo por los programas que Charlo transmitía por la radio. Época irrepetible de la radiofonía que al decir de Grela obligaba a llegar a estrenar en un mismo programa, doce piezas nuevas. La admiración por los grandes cantores lo hace iniciarse en rueda de amigos y se animaba a imitar a Gardel y al nombrado Charlo. Era -como lo demostró en su etapa con Troilo- muy bueno para los agudos. Alentados por sus allegados, prueba suerte como cantor en el conjunto Caramelos Surtidos, alrededor de 1936/1937.
2. PRIMERAS ACTUACIONES DE ALBERTO MARINO
Entreverado en el ambiente, conoció en 1938 al bandoneonista y violinista Emilio Balcarce, que será con los años un predilecto amigo del cantante y también su director musical en la etapa solista. Pero en esta remota fecha, cuando los dos se iniciaban, formaron una dupla para actuar en bailes de carnaval. En ese entonces, el cantor se presentaba como Alberto Demari. En 1939, actuaron también en el Círculo General Urquiza y llegaron a los micrófonos de radio Rivadavia y Radio Porteña.
Intercaló también en esos años, con un conjunto dirigido por el bandoneonista Fortunato Matino, que también integraba su hermano Carmelo, Alberto Soifer al piano y Luis Bernstein en contrabajo. Asimismo, se conocen antecedentes de que realizó algunas presentaciones como vocalista de la agrupación de Luis Moresco, destacado compositor del ambiente y bandoneonista que lucía sus servicios desde la década de 1920.
Por su cuenta, cantaba para Radio Mitre como solista y también actuaba en los balnearios de Vicente López. En 1940, lo contrató Emilio Orlando para sumarse de vocalista a su orquesta típica y decidió cambiarse su apellido artístico por el de Marino, con el que sería plenamente conocido durante el resto de su inmejorable carrera.
Con Emilio Orlando trabajó para programas de Radio Splendid y Radio El Mundo, además de cantar en las veladas del Alvear Palace Hotel. Como solista, cantaba con guitarras para otras emisoras y también en cines de barrio. Su fama se iba acrecentando y en 1942 estuvo a punto de pasar a ser contratado por Rodolfo Biagi. Pero, Aníbal Troilo lo escuchó cantar en Palermo y su historia cambió para siempre.
3. ENCUENTRO CON TROILO
En 1942, Marino estaba cantando en el “Palermo Palace”, cuando Aníbal Troilo “Pichuco”, que contaba con Francisco Fiorentino en los cantables, lo escuchó y quedó encantado con la voz del juvenil baluarte del tango. Decidió contratarlo y sumarlo como segundo cantor de su orquesta. Debutó al poco tiempo en Radio El Mundo, cantando la milonga “Ropa blanca”. También se lució en el escenario del cabaret porteño “Tibidabo”, donde cantaba junto a Fiorentino.
En ese sitio nocturno estrenó tangos como “Cuando tallan los recuerdos”, de Rafael Rossi y Cadícamo; “La luz de un fósforo” de Suárez Villanueva y Cadícamo; “María” de Troilo y Cátulo Castillo; “Después” de Pichuco y Manzi; Tres amigos” de D’Agostino y Cadícamo. En fin, incontables sucesos que también cantó por la radio y grabó a partir de 1943 para el sello Víctor.
En aquellos años, la orquesta estable de Pichuco –sin perjuicio de algún refuerzo circunstancial o relevo sustituto-, estaba integrada por José Basso al piano (en lugar de Orlando Goñi); Troilo, Toto Rodríguez, Eduardo Marino, Alberto García y Marcos Troilo (hermano de Aníbal) en los bandoneones; David Diaz, Reynaldo Nichele, Juan Alsina y Pedrito Sapochnik en violines; Alfredo Citro en cello y Enrique “Kicho” Díaz en contrabajo.
Se atesora una muy linda versión a dúo con Fiorentino, cantando el hermoso vals “Uruguaya” de Francisco Polonio y Juan Miguel Velich. El vals había sido cantado en los años 1926/1927 por Libertad Lamarque. Fiore-Marino lo rescataron y lo reestrenaron de manera colosal. Otros registros a dúo fueron el vals “Soñar y nada más” y la milonga “El desafío”.
Cuando Fiorentino se alejó amistosamente de la orquesta de Troilo, Marino siguió en los cantables compartiendo por caso nada menos que el repertorio con otro inmenso cantor: Floreal Ruiz. Con éste cantó y grabó a dúo varias piezas tales como: “Palomita blanca”, vals de Aieta y García Jiménez; “Camino del Tucumán”, tango de Razzano y Cátulo Castillo; “Milonga en rojo” de Demare y González Castillo; “Adiós pampa mía” de Canaro, Mores y Pelay y “Cimarrón de ausencia”. Solían cantar en radio y en actuaciones nocturnas el vals de Discépolo “Sueño de juventud”, pero lamentablemente no lo llegaron a grabar comercialmente.
Como si esos títulos fueron poco, Marino grabó entre otros: “Fuimos” de José Dames y Homero Manzi; “Cristal” de Mariano Mores y José María Contursi; “Margo” de Armando Pontier y Homero Expósito; “Rosicler” de José Basso y Francisco García Jiménez, "Me quedé mirándola” de Vicente Spina y Roberto Miró.
Alberto Marino cantó con Pichuco hasta 1947. Con todos esos antecedentes, ya se había ganado un lugar indiscutido en el tango. En efecto, si solamente hubiese hecho su labor con Troilo y nada más, tendría igualmente su sitio de privilegio en la historia de los grandes cantores del cuarenta. Pero su vida artística por suerte recién empezaba. Seguiría una senda de triunfos rotundos en su etapa solista, con orquesta o con guitarras en el país o en el extranjero.
Alberto Marino es una voz incalculable para el tango. Tal vez por eso sea de oro.
[1] El reportaje su publicó en el número del diario de fecha 22 de junio de 1989, como recordatorio de su fallecimiento del día inmediato anterior.