ENRIQUE PEDRO DELFINO
GENIO MUSICAL DEL TANGO ROMANZA
HISTORIA DE SU CARRERA ARTÍSTICA
PARTE PRIMERA
Por Pablo Taboada
DELFINO, ENRIQUE PEDRO
“DELFY”
(BUENOS AIRES, 15 de noviembre[1] de 1895-BUENOS AIRES, 10 de enero de 1967)
Pianista, organista, armonista, acordeonista, guitarrista, concertinista, violinista, armoniquista, mandolinista, trombonista, ejecutante de serrucho y de cascabeles. Creador del bandoneón de una tecla, compositor, director de orquesta, actor, humorista, cantante a dicción, silbador. Musicalizador de cine y teatro. Radiofonista. Propulsor del tango romanza. Descubridor de talentos. Melodista genial. Tanguista infaltable. Artista imprescindible.
1. PRELIMINARES
Enrique Pedro Delfino ha sido una personalidad excelsa y un artista genial, ganado para siempre por las páginas de oro de la mejor historia del tango. Su amplio espíritu musical, le permitió dominar muchísimos instrumentos con gran facilidad. Su genialidad artística lo dotó de una simpatía que le permitió amalgamar sus virtudes instrumentales con su carisma sobre el escenario. Delfino fue un gran humorista musical y adelantado de muchos otros conjuntos que con los años se dedicaron a los espectáculos donde fusionaban comedia con números musicales.
Hombre de una sensibilidad excelsa, nos ha legado generosamente su musa en una serie de melodías inolvidables de soberana belleza mayúscula como podrían ser, tomadas al capricho del azar de la memoria: “Milonguita”, “Griseta”, “Sans Souci” o “Re Fa Si”.
Posiblemente haya sido Enrique Delfino, uno de los más selectos músicos y compositores que aportaran su granito de arena para hacer una perfecta transición entre la guardia vieja y el tango romanza de la década de 1920.
Su ductilidad musical, su antecedentes de formación académica culta, nutrida de la más destacada tradición ítalo-germana, su contacto con las orquestaciones de avanzada en los Estados Unidos y claro está, su natural genialidad melódica, le permitieron desde la Orquesta Típica Select, transformar los conjuntos porteños del tango.
Siempre he sostenido que no puede dotarse de méritos a una sola persona, para explicar el fenómeno de la evolución del género tanguero. Todos han brindado lo suyo. Desde los pioneros que “inventaron” el ente musical, como Ángel Villoldo, Rosendo Mendizábal, Arolas o Vicente Greco, hasta los que le dieron vida literario-teatral como Contursi; o quién lo llevó de los pies a los labios como Gardel; quién lo difundió por todas partes como Canaro y quienes de manera paulatina, gradual, acumulada y personal, aportaron su impronta para el desarrollo musical como Firpo con el piano, Maffia con el bandoneón y Delfino para el tango romanza, tienen sus aciertos y merecen ser recordados.
Precisamente, detrás de la figura y la campaña de Delfino en la Select, muchos de sus partenaires como amigos siguieron una línea que reemplazaba en general, al viejo –y bello- tango de tres partes, de rítmica picaresca de la Guardia Vieja (1900-1920), a otro de dos partes, donde la melodía escrita para ser cantada, se flexibilizara a la letra que se le adosaría y donde el clima romántico musical prevalecería melódicamente sobre la rítmica anterior. Sin desaparecer el ritmo (sino no sería tango), pero con modalidad diferente, con la inspiración melódica al servicio del tango, el baile también se modificó. Se hizo elegante y de salón.
El temperamento de Delfino sirvió simultáneamente de molde a Osvaldo Fresedo, Tito Roccatagliata, Manlio Francia, Juan Carlos Cobián, Pedro Maffia, Agesilao Ferrazano, Carlos Vicente Geroni Flores, Luis Riccardi, Lucio Demare y naturalmente, los hermanos De Caro.
Toda la llamada época decareana (así lo había bautizado el investigador Luis Adolfo Sierra), tiene sus raíces en la avanzada que Delfino y los primeros citados precedentemente, tuvieron desde la Típica Select. Es cierto que Eduardo Arolas a fines de los años diez, mostró un camino de no menor perfeccionamiento musical. Pero lamentablemente, su partida a Europa y sus problemas de salud, lo alejaron de lo que pudo haber sido un movimiento de relevancia tanguera. Ese trunco camino de Arolas, lo entendió como nadie y lo perfeccionó Delfino, con la idea del tango romanza o tango canción.
Delfino ha sido sin dudas indispensable, para entender musicalmente, desde la creación y la ejecución orquestal, el paso de la guardia vieja a la nueva generación de románticos. Sin romper moldes, ni desmerecer todo lo anterior (por el contrario, incorporando toda la sabiduría del período inmediato previo), aportó su arte para abrirle al tango nuevas rutas que recorrieron el mundo de su tiempo.
Pero Delfino, no fue solamente un compositor o un pianista del género. Fue un artista multifacético que abarcó el teatro, la radio, el cine, el humor, el acompañamiento de otras figuras y el don de ser reconocido como un genio por todos sus pares de época, en momentos donde, los talentos sobraban. Por ello, Delfino, ha sido genio entre genios. El alma del tango romanza.
2. DELFINO Y SU NIÑEZ. EL TEATRO POLITEAMA Y SUS ESTUDIOS EN ITALIA
Los padres de Enrique Delfino, vinieron de Italia a la Argentina, para instalar una confitería que por suerte del destino, quiso dar en las aledañas inmobiliarias del Teatro Politeama de la calle Corrientes, casi esquina Paraná. Delfino era de chico, medio morrudito, lo que le granjeó el mote del “Gordito de la confitería”, ya que allí se la pasaba en idas y vueltas al teatro para filtrarse en ensayos y representaciones oficiales de compañías musicales italianas o bien, entre los saineteros del teatro nacional. Es por eso, que desde su temprana infancia, el espíritu y la educación de Enrique, se toparon con grandes artistas de todo tipo.
Sus padres volvieron a Italia, más precisamente a Turín, cuando Enrique tendría alrededor de cinco años y desde esos tiempos, (principios del 900) fue anotado en el Conservatorio “Internazionale” de la ciudad. Allí estudió piano y violín, aunque prefirió el primero sobre el segundo. Es dable advertir, que desde su infancia, y con un oído extremo para la música, empezó por su cuenta a manejar todo tipo de instrumentos, que con los años, como luego examinaré, utilizó para sus espectáculos.
Más allá de que tenía devoción por que estudiaba, su facilidad para la música, le permitía obtener las mayores calificaciones con el maestro Galvani. Éste ejecutaba una melodía y por más compleja que fuera, al otro día, Delfino la ejecutaba tal cual en el teclado. En su formación académico-musical alcanzó todos los diplomas musicales del instituto (además de recibirse de bachiller en el colegio común). Admiraba a Wagner, Puccini y Verdi. Ese fue su suelo musical. Y había sido experto en teoría musical, armonía y contrapunto[2].
3. OTRA VEZ EN BUENOS AIRES. SU DEBUT COMO PIANISTA EN EL CINE. SU VIAJE AL URUGUAY. SUS PRIMEROS TANGOS COMO COMPOSITOR
Poco antes del inicio de la primera guerra mundial entre 1912/1913, los Delfino volvieron a Buenos Aires y Enrique, bohemio por excelencia, comenzó a tocar el piano en un cine de la calle Tucumán al 700, en el centro de la ciudad. Animaba la proyección de películas mudas[3]. Poco después, pasó a realizar esta misma tarea para el Cine “Defensa”, de Montevideo en la capital del Uruguay.
Fue en Montevideo, donde se animó a representar de clown musical y con el seudónimo de “Rock”, hacía las veces de chistes, movimientos estrambóticos en el escenario al compás de la música (sobre todo, el trombón, la armónica o el violín que comenzaba a utilizar en paralelo al piano) y de yapa, al final desde el piano, tocaba los tangos de moda.
Con el seudónimo de “Delfy”, trabajó con un amigo bandoneonista, tocando tangos en los Cafés “Victoria” y “Au Bon Marché”, ambos muy populares en la noche montevideana. Para esa época compuso su primer tango “El apache Oriental” (1912/1913) y en 1914, con el estallido de la guerra, compuso “Bélgica”, que se hiciera muy conocido entre los tangueros.
Por lo que se conoce, estuvo poco más de un lustro en Montevideo (no tengo certezas de si en esos años hubo algún viaje a Buenos Aires), pero sí se conocen algunos tangos de aquella estada en la capital uruguaya. A los nombrados le siguieron: “Bonilla”, “Pajonal”; “Fantástico”, “Rancho viejo”, “Sauce llorón”, y otra joya para la historia: “Sans Souci”, que data de 1917. En 1918, llegó por si fuera poco “Re Fa Si”. Juan Maglio “Pacho”, le grabó este tango en discos “ERA”, haciéndose muy popular en Buenos Aires.
Aparentemente, Delfino escribió “Re Fa Si” en la calle, en un cartel de publicidad, porque no tenía donde anotarlo. Contaba el propio creador, que al otro día un afiche político tapó el cartel de la noche anterior y tuvo que despegarlo para poder tomar nota de lo allí escrito. Un policía al verlo, quiso detenerlo por “anarquista”, ya que estaba arrancando la pegatina de algún candidato.
4. DELFINO SE INSTALA EN BUENOS AIRES. CARLOS GARDEL, SU AMIGO. EL TANGO “MILONGUITA”
Tras el éxito en Buenos Aires de “Re Fa Si” y “Sans Souci”, retornó a la otra capital del Plata, para trabajar en la noche porteña.
En 1919, trabajó en el Cabaret “Parisina” de la calle 25 de mayo. Luego, lo contrataron para el teatro “Esmeralda”, pero para hacer su número con canciones al piano y humor musical como actor, mechando violín, castañuelas, trombón, armónica y otros instrumentos. Ya se lo presentaba como “Delfy”, el humorista del piano.
De esta época data su amistad con el dúo Gardel-Razzano, aunque es altamente factible que se hayan conocido en Montevideo en los viajes previos de los cantores[4]. Gardel le dio un gran espaldarazo a Delfino, al llevarle al disco en 1920, su tango “Milonguita”, con letra de Samuel Linning. El tango había sido hecho para la pieza teatral “Delikatessenhauss”, de Linning y Alberto Waeisbach, que se estrenó en el Teatro Opera, y había sido bautizado cantoralmente por la actriz María Esther Podestá. El subtítulo del tango se llamo “Esthercita” y ni bien Gardel lo grabó, comenzó a cantarlo todo Buenos Aires. Esa placa, recorrió todo el continente americano.
Por si no bastara, la cancionista de fama mundial, Raquell Meller, de paso por la Argentina, le grabó el tango, que asimismo se multiplicó en fama por otros países, especialmente en los Estados Unidos.
Desde entonces, Delfino ganó una nueva profesión. La de musicalizar tangos para obras de teatro y de paso, dar esos éxitos a los más grandes cantores del género como Gardel o Ignacio Corsini.
5. EL VIAJE A LOS ESTADOS UNIDOS. LA TIPÍCA SELECT. GRANDES DISCOS VICTOR EN CAMDEN.
La Víctor no había todavía instalado su empresa de fabricación de discos en Buenos Aires. Generalmente, enviaba cada tanto una máquina itinerante que venía desde Norteamérica para registrar placas en la Argentina. La última vez que había pasado fue en 1917. Por ello, ante la innegable fama del tango y la cantidad de placas con las que la Casa Glücksmann había invadido el continente con tangos por Firpo y Canaro, el sello de Nipper, contrató a Delfino.
Es por ello, que para no perder tiempo, contrataron de inmediato a un conjunto de argentinos para grabar con una típica, discos de tango y difundirlos no solamente en los Estados Unidos, sino desde allí a toda Latinoamérica. Los elegidos para el viaje fueron además de Enrique Delfino, Osvaldo Nicolás Fresedo y David Tito Roccatagliata, para trabajar en piano, bandoneón y violín respectivamente. Las versiones de la típica, en algunas ocasiones, se completaban con otro violinista argentino que estaba radicado allí como Alberto Infante Arancibia[5] y el violoncellista alemán Hermann Meyer[6].
El conjunto pasó a denominarse Orquesta Típica Select y grabó numerosas placas en los estudios de la Víctor en Camden, Nueva Jersey. También actuaron ante el público vestidos de gaucho, en dancing y hoteles de dicha ciudad, como también en la gran Nueva York. En esta, los argentinos entraron en contacto con los músicos de jazz norteamericanos, sobre todo con los que hacían el llamado jazz de Broadway[7] (básicamente Paul Whiteman).
Entre otros éxitos de la orquesta pueden citarse: “Don Esteban”, “Curupayti”, “Que noche”, “Pablo”, “De vuelta al bulín” y otros memorables que superan los cincuenta (Pronto tendremos un artículo de estos registros en la sección discografía).
6. OTRO REGRESO A BUENOS AIRES. SOLOS DE PIANO EN DISCOS. LA COPA DEL OLVIDO. LA RADIO.
Los viajes han sido una constante en la carrera de Enrique Delfino y en 1921, estamos en presencia de un ya tercer retorno a Buenos Aires.
Otras dos labores mantendrán a Delfino en alza. Una de ellas, como se mostró, es la ligada a la composición de piezas para teatro. Luego del éxito de “Milonguita”, vendrá otro mayor con “La copa del olvido”, con letra de Alberto Vacarezza. El 19 de octubre de 1921, se estrenó dicho tango en la obra de su autor, “Cuando un pobre se divierte”, en los tablados del Nacional de la calle Corrientes. El tango se hizo famoso una vez más, por el disco de Gardel, que se desplazó por el continente y llegó en 1923 a España.
Otra de sus grandes aficiones ha sido la radio. Y no se debe solamente decir que participó con su piano de las primeras transmisiones que se efectuaban en Buenos Aires, ya sea las de carácter experimental o las primitivas audiciones comerciales, sino que el propio Delfino era un radioaficionado de valor. Tenía conocimientos técnicos y en la calle Miró del barrio de Caballito, donde vivió durante gran parte de su vida, tenía un pequeño aparato de radiotransmisión que se escuchaba por el barrio. Con el tiempo lo fue perfeccionando y terminó por tener su propio estudio de grabación.
Delfino trabajó como pianista solista para el sello Víctor, pero en 1923, ya pasó a la competencia, contratado por el disco Nacional Odeón. Aquí tocará tangos y jazz en solos de piano y también secundará con una orquesta al cantor Raúl Laborde en piezas de jazz y repertorio internacional.
En la segunda entrada, se verá cómo siguen sus éxitos con los tangos en el teatro, las grabaciones de Gardel y de Corsini y como su fama se extenderá a todas las capitales de la Europa Occidental.
[1] Según el Diario La Capital de Rosario, del 11 de enero de 1967, al anunciar su necrológica, lo databa como nacido el 11 de noviembre de 1895.
[2] Una nota de homenaje a Delfino, de la revista ¡Aquí Está!, dice que su bohemia no le permitió alcanzar diplomas musicales en Italia. No sabemos si quisieron pintar un colorido despreocupado en el alma bohemia del compositor, pero lo cierto es que nadie llega a dominar armonía y contrapunto, sin alcanzar los diplomas iniciales. Además la nota de la revista es contradictoria, por cuanto agrega que Delfino tocó música culta en varios festivales de música selecta en Italia, razón por la cual, con mucha más convicción creo que dada la cantidad de estudiosos en las artes musicales más destacadas del norte de Italia, hubiera lugar para un poco estudioso de la música. La facilidad y el oído musical, no quiere decir que quien tiene esos méritos, no sea a su vez, un buen estudioso, sobre todo si son Wagner, Puccini y Verdi, las matrices de su formación.
[3] El cronista de “Aquí está!, confunde año calendario con años de Delfino. Habla de un Delfino de trece años, cuando en realidad debió haber dicho 1913. Delfino -si terminó el bachillerato en Italia-, tendría más o menos diecisiete o dieciocho años cuando regresó a la Argentina. O sea, alrededor de 1912/1913. El Diario “La Capital” de Rosario ya citado, recoge su vuelta en 1914. También dice que estudió a los cinco años con Galvagni pero en el conservatorio Santa Cecilia de Buenos Aires y que viajó a Turín, a los siete años. Vemos que las fuentes de época, trabajan con un margen de error de alrededor de dos años.
[7] Puede trazarse un paralelo entre el tango y el jazz. El tango romanza es a la guardia vieja, lo que el jazz de Broadway al primogénito jazz negro.