ANGEL VARGAS
Historia artística de un ídolo
Parte Primera
Por Pablo Darío Taboada
VARGAS, ANGEL (LOMIO, JOSÉ)
“El Ruiseñor de las calles porteñas”
(Buenos Aires, 22 de octubre de 1904-Buenos Aires, 7 de julio de 1959).
Cantor, compositor.
1. PALABRAS PREVIAS
Angelito Vargas es sinónimo inmediato de tango. No caben dudas acerca de la sincera legitimidad que tiene la bien ganada fama de su inmenso prestigio y popularidad. Vargas ha sido y sigue siendo, indiscutiblemente, uno de los cantores más importantes de la historia del tango.
Con un registro de simple barítono y sin la potencia de otros colegas suyos, tuvo sin embargo tres méritos cantorales que lo han llevado al pedestal de la gloria en el género: voz hermosa (cálida, armoniosa, porteña), emoción en cada acento pronunciado e interpretación decididamente tanguera en cada palabra cantada. El combo de virtudes de Vargas como cantor: -voz, emoción e interpretación-, lo hacen un artista de primerísima categoría.
Si bien su nombre está asociado y con razón, al de la orquesta de Ángel D’Agostino, podrá verse en esta serie de ensayos recordatorios, que el biografiado ha tenido una trayectoria que excede su labor como cantor de su homónimo y más reconocido director típico. Antes, durante y después de trabajar con D’Agostino, Vargas ha sembrado escuela. Y de la buena.
2. SUS INICIOS COMO CANTOR. “EL CHINO”. “JOSÉ VARGAS”. SU LLEGADA AL CENTRO. VIAJE A TANDIL. PRIMERAS ACTUACIONES CON D’AGOSTINO.
José Lomio nació en la ciudad de Buenos Aires, el día 22 de octubre de 1904. Barracas y Parque Patricios reclaman su cuna natal. Por lo que delata mi inmediata documentación, el futuro cantor, habría nacido en la calle Pepirí, y dicha estrada pertenece al barrio de Parque de los Patricios. Es posible que se asocie a Vargas con Barracas, por frecuentar desde edad temprana, la calle Goncalves Dias, en el aledaño barrio de Barracas, de donde procedía la familia de su primera esposa, llamada Zelmira.
Luego de su paso por coros escolares y parroquiales en Parque de los Patricios, -ya que sentía vocación por el canto desde la infancia-, José Lomio empezó a cantar alrededor de 1923, por cafetines, biógrafos y peringundines varios de su barrio, como en locales de similar tenor en la barriada de Barracas y también en La Boca (en un café de Almirante Brown y Pedro De Mendoza) y en Avellaneda, del lado de la Provincia. Lo apodaban “El Chino”, y solía cantar el repertorio en boga de Gardel y de Ignacio Corsini, uno de los grandes ídolos de su adolescencia.
Al dejar la escuela secundaria, trabajó un tiempo en el famoso y legendario ya, Frigorífico “La Negra” de la empresa CAP, en la calle Pavón, en la ciudad de Avellaneda, a dos cuadras del Riachuelo. Lomio cantaba por las noches por las propinas de la concurrencia o las pequeñas sumas que le daban los dueños de los locales, lo que le permitía incrementar su sueldo de tornero.
Pero a mediados de los años veinte, un contrato medianamente bueno para cantar en el cabaret “Boston” de la calle Pedro De Mendoza, en La Boca, le endulzó el bolsillo y decidió abandonar el empleo para dedicarse solamente al canto. Se presentaba como José Vargas (y no como Carlos, como erróneamente se ha sostenido en repetidas publicaciones).
Bajo esas condiciones criticadas por la familia de su novia y por la del propio cantor, contrajo primeras nupcias en 1925. En esa época, las familias de los contrayentes se fusionaron y se mudaron a la Localidad de Wilde, en el Partido de Avellaneda, en la Provincia de Buenos Aires. Al poco tiempo, nació su primer hijo: Rodolfo Salvador. De su contacto con Avellaneda, le provino a Vargas su amor por el Club Atlético Independiente, del cual era ferviente hincha. El matrimonio no funcionaba demasiado bien, porque a Vargas, le agradaba la bohemia del tango y de la noche porteña.
Entre los años 1926-1929, cantó profesionalmente por todos los cafetines y cines de Parque de los Patricios, a veces con guitarras, a veces con un conjunto típico que dirigían los hermanos Matino. En 1930, la fama del conjunto de Luis Matino con Landó – quien fuera por esa época bandoneonista de Di Sarli-, llegó con el cantor José Vargas, al Café Marzotto de la calle Corrientes, en el horario del mediodía y hasta la tarde.
Poco después, realizó una gira que le reportó cierto beneficio económico, al viajar siete meses a Tandil (con un cuarteto típico). Se estima que en ese interin cambió su nombre artístico por el definitivo de Ángel Vargas.
En la década del treinta, comenzó a destacarse Santiago Devin en los cines del centro y la radiotelefonía porteña. Cantor de Sureda que pisaba fuerte y del cual parece haber adoptado Vargas, ciertas modalidades y preferencias de estilo. Se hace bastante amigo de Devin, pero con el tiempo el discípulo, superará ampliamente al maestro.
En 1931, su llegada al centro sigue multiplicando adhesiones. Vargas pasó del Marzotto al escenario del Teatro Cómico. Cantaba allí con guitarras en el intervalo y al final del espectáculo, entonaba un tango con la orquesta del maestro Ángel D’Agostino, a cargo de la dirección de la agrupación de la compañía de Gregorio Cicarelli. Parece ser que fue “Tomo y obligo”, recientemente estrenado por Gardel en la película “Las luces de Buenos Aires”, la primera pieza que interpretaron juntos.
En 1932 pasó al Teatro Florida, en reemplazo de Libertad Lamarque. D’Agostino al piano y Alfredo Mazzeo al violín, hacían un número musical muy bisado por el público con tangos y música en general. La estrella de la compañía, que comandaba Humberto Cairo, era nada menos que Libertad Lamarque. Parece que un entredicho con el empresario a causa de ciertos recelos por el número de los músicos, hizo que la eximia cancionista se retirara de la compañía. D’Agostino le recomendó entonces a Cairo escuchar a Vargas en el Cómico. Al momento de escucharlo, el productor no vaciló en contratarlo. Terminaba de cantar en un teatro y pasaba al otro para cantar con D’Agostino y Mazzeo.
Vargas trabajó con D’Agostino durante los años 1933 y 1934. Se los recuerda en los bailables de sábados y domingos en el Salón del Círculo Italiano. En aquella época, el conjunto de D’Agostino contaba con la participación de Aníbal Troilo en la línea de bandoneonistas. Pichuco habría bautizado a Vargas como “El cantor de la voz de acero”, porque hacía los estribillos de los bailes, sin micrófono mi megáfono. Actuaron también, entre otros sitios, en la Cervecería Argentina del barrio de Mataderos.
3. ANGEL VARGAS CON OTRAS AGRUPACIONES: JOSÉ LUIS PADULA Y AUGUSTO PEDRO BERTO. PRIMEROS REGISTROS. RADIO. GIRA AL BRASIL. OTRA VEZ CON D’AGOSTINO. LA TIPICA VICTOR.
En 1935, la fama de Ángel Vargas, siempre en ascenso, se unió a la del legendario José Luis Padula. Una gira por el interior del país y un par de grabaciones antológicas para el sello Odeón llegaron al surco. Vargas grabó con Padula, el tango “Brindemos compañeros” y la ranchera “Ñata linda”. También actuaron por los micrófonos de Radio Fénix.
En 1936, quien requirió el concurso de Vargas, fue otro exponente de la guardia vieja del tango. Me refiero a Don Augusto Pedro Berto, quien desarrolló un interesante ciclo de tangos y música argentina por los micrófonos de Radio Prieto. En ese tiempo, Vargas viajó unos meses al Brasil, en virtud de un contrato que le reportó unos buenos pesos. Aparentemente, la gira la habría realizado junto al maestro Berto. En la orquesta de Berto, ejecutaba el bandoneón, el joven músico Eduardo Del Piano, quien de tal manera, afianzó su confianza amistosa con el cantante.
En ese lapso, Alberto Echagüe había reemplazado a Vargas en el conjunto de D’Agostino. Cuando Echagüe pasó a las filas de D’Arienzo –intimo amigo de D’Agostino-, éste volvió a solicitar la participación cantoral de Angel Vargas, quién volvió con su compañero anterior, al retornar de la gira por el país vecino.
Durante 1937, Vargas siguió con D’Agostino, pero sin exclusividad. Cantaba también con guitarras y en 1938, su éxito es percibido por la Casa Victor, quien lo convocó para grabar en su doble condición de vocalista de típica y solista con guitarras. Asi nacieron las versiones del tango “La bruja” y del famoso “Milongón” de Canaro y Manzi. También, algunos cantos memorables con la Orquesta Típica Victor (se puede consultar la discografía de Vargas en la sección correspondiente).
4. D’AGOSTINO-VARGAS SE UNEN EN DUPLA DEFINITIVA. RADIO EL MUNDO. DISCOS VICTOR.
En 1939, el éxito del binomio se afianzó de manera estable en bailes por clubes y cabaret y por tal motivo, son contratados para los programas de Radio El Mundo. El éxito radial fue descomunal y por lo tanto, fueron llamados para grabar discos por la casa Víctor. En 1940, salió a la venta la primera placa con los tangos “Muchacho” y “No aflojés”. A partir de ese acontecimiento, la historia de ambos se volvió gloriosa.
La dupla D’Agostino-Vargas, hará furor en toda la década del cuarenta.