HÉCTOR PEDRO BLOMBERG
ENSAYO BIOGRÁFICO
Por Pablo Darío Taboada
BLOMBERG, HÉCTOR PEDRO
Poeta, escritor, periodista, docente, historiador, divulgador, conferencista, autor teatral, radioteatral y cinematográfico, letrista de tangos y cantos populares famosos; marino.
Buenos Aires, 18 de marzo de 1889- 3 de abril de 1955.
1. PROEMIO
El poeta González Carbalho dijo que Blomberg “dejaba en el alma percusiones de un extraño bandoneón marinero oído al azar de la noche[1]”. Posiblemente, ninguna otra frase descriptiva sea más esclarecedora para retratar metafísicamente la realidad de toda la señera y ponderada obra -y también quizás- vida de Héctor Pedro Blomberg.
En Blomberg, la cultura argentina fue forjando un intelectual cimentado entre poesías modernistas, cantos de mares y leyendas, historias americanas y tangos de alto vuelo. Tal vez, todas estas cuestiones amalgamadas en la cosmovisión del poeta fueron las fuentes vivenciales que dieron origen a sus diversas “Pulperas de Santa Lucía”, o bien “Mujeres en la Historia Americana”, “Barcos amarrados”, “Naves”, “El sembrador” o “La que murió en París”.
En líneas generales, podría sostenerse que Blomberg fue el intelectual mejor reconocido del tango. O dicho de otro modo: Blomberg fue el símbolo que demostró que no era tan tajante aquella diferenciación alentada por algunos, entre los hombres de letras de rango elevado por un lado, contra los poetas o autores populares del otro. El tango como fenómeno de interés histórico ha demostrado con solvencia, que sus expresiones literarias no formaban parte de una atmósfera cultural disímil a la propiciada por los máximos exponentes de nuestras artes. El período nacional 1880-1930 fue de una majestuosidad artística suprema, donde el tango, a lo sumo como otra rama del gran árbol de la cultura, dio muestras de las más engalanadas manifestaciones estéticas musicales y poéticas.
El prestigio de Blomberg, -como el que giraba en torno de Don José González Castillo- abrió camino a otros autores y poetas de relevancia para lanzarse desde el teatro o la literatura profunda, a la creación de letras de tango. Con mayor o menor asiduidad, todos los componentes de aquella bohemia intelectual nucleados en torno a los cafés de Boedo, Florida o “Los Inmortales” han tenido alguna vinculación con el tango, incluso los que lo han criticado a través de las crónicas periodísticas[2]. Hasta Vicente Martínez Cuitiño y Raúl González Tuñón supieron escribir letras para tangos.
El tango fue para Blomberg una actividad más entre otras desplegadas de su fina literatura, pero cada vez que hacía una letra, marcaba su impronta inconfundible. Don Héctor era algo así como un Rubén Darío que escribía tangos.
Periodista de culto y estrella durante varios años de las principales gráficas del país, Blomberg fue toda una institución de la intelectualidad porteña. Podía escribir tanto un poema sobre los mares como una biografía sobre José Martí, o traducir una novela policial, redactar un artículo sobre cine o crear páginas sublimes para que cantara Ignacio Corsini.
Quiero resaltar que cuando Blomberg empezó a escribir para el cancionero popular, -que indudablemente potenció aún más su fama-, no era un principiante en las letras. Nada más errado considerar que Blomberg se hizo famoso luego del estreno de “La Pulpera de Santa Lucía”. Muy por el contrario, el gran letrista corsiniano ya era toda una eminencia en la prensa cultural, la poesía, el teatro y la novela, antes de trabajar con Enrique Maciel.
Pero lo más significativo de este escritor de estirpe nórdica fue su triunfante vida bohemia. Las aventuras de Don Héctor se repartían entre su carrera como marino recorriendo todos los confines, su paso por la facultad de derecho, las notas en las redacciones de los diarios y las reuniones con Leopoldo Lugones o con José Ingenieros en el café de “Los Inmortales”.
De toda esa dorada simbiosis de hechos curiosos e ideas coloridas nacieron las hazañas artísticas más convincentes de un poeta que fue igualmente, tan admirado por sus pares como por el notable público de antaño, portador de gustos elocuentes y ávido de emociones profundas.
2. LA FAMILIA BLOMBERG. SUS ESTUDIOS EN DERECHO
Héctor Pedro Blomberg nació en el barrio porteño de Montserrat bajo el signo de piscis un 18 de marzo de 1899[3]. Hijo de una familia de marinos noruegos por parte paterna y de línea de descendencia directa con el político paraguayo Francisco Solano López por la vía materna, aprendió prontamente su afán por la inmensidad de los mares y por el conocimiento histórico. Efectivamente, su padre argentino, el Ingeniero Pedro Blomberg, como su abuelo Juan Blomberg de origen noruego, habían sido marinos; y su madre Ercilla López, -escritora y traductora- era sobrina del Mariscal Francisco Solano López y nieta de Carlos Solano López, hecho que motivó el traslado de la familia al Paraguay durante la infancia del futuro poeta. El pequeño Héctor Pedro estudió allí la escuela primaria y regresó a Buenos Aires para ingresar al Colegio Nacional, donde se graduó de bachiller. No resulta difícil suponer que Blomberg sintetizó todas las aficiones familiares por los estudios, las letras y por sobre todo, las aventuras marítimas, en danza de sus preclaras experiencias recorridas.
Ingresó luego a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires alrededor de 1907, pero su afán por los viajes lo llevaron a rendir la carrera libre. Durante el año trabajaba como marinero en distintos buques, llegando a recorrer puertos de todos los continentes. Al regreso del Oriente o del África, dos veces al año, daba sus exámenes en leyes.
Hasta la fecha no se ha podido develar si efectivamente Blomberg terminó sus estudios universitarios. Algunas biografías lo apuntan como egresado de la casa de estudios precitada, pero reacio al ejercicio de la abogacía. Otros han dicho que no llegó a terminar la carrera y otros manifestaron que al igual que Hipólito Yrigoyen, terminó sus estudios teóricos pero no realizó las prácticas obligatorias para obtener el diploma final, en razón de que no pensaba dedicarse a las actividades jurídicas. Cierto es que en aquella época, todos los hombres de letras pasaban casi como por obligación por la Facultad de Derecho. Manuel Gálvez, en su “Mal metafísico” con el personaje de Riglos o inclusive en sus “Recuerdos de vida literaria”, volumen primo, en el libro correspondiente a “Amigos y maestros de juventud”, procuró explicar la bohemia de aquellos intelectuales. Pasar por derecho significaba engarzar un trampolín que servía de salto para luego dedicarse a las tareas con metas jurídicas o bien entrar en la escena política, la diplomacia o los círculos culturales. Recordemos que en esos años, los abogados estaban formados en la tradición enciclopédica, impregnada de romanticismo y positivismo. Los letrados ocupaban cargos en las redacciones de los diarios y las editoriales, ejercían la cátedra o se convertían en notables literatos o dramaturgos. Aparentemente, este era el destino que Blomberg había vislumbrado para sí mismo. Muchos de los hombres de la cultura popular pasaron por esas aulas jurídicas. Gálvez, -quien se doctoró con una tesis brillante sobre prostitución- fue durante corto tiempo empleado judicial y luego pasó a desempeñarse como funcionario en el Ministerio de Instrucción Pública como inspector de escuelas, llegando a ocupar con el tiempo cargos directivos de resonancia. Macedonio Fernández se recibió, trabajó como fiscal adjunto en Misiones y dejó de ejercer prontamente. Otros escondieron su título o ni siquiera lo tramitaron (parece ser el caso de Blomberg); otros abandonaron la carrera antes de tiempo como los casos de Ulises Petyt de Murat u Homero Manzi (quienes habían sido expulsados por defender a Yrigoyen en 1930). Otros no le dieron mayor importancia al diploma, como fue el caso de Arturo Juaretche.
No obstante ello, el caso de Blomberg parece ser similar al de Manuel Gálvez, con quien se trató asiduamente y cultivó cierta amistad. Al poeta siempre se lo llamó con la antelación de Doctor y trabajó como funcionario público en el Consejo Nacional de Educación desde la presidencia de Yrigoyen, cargo que ocupó durante varios años hasta que el teatro y la radio coptaron toda su dedicación. Blomberg simpatizaba con los radicales.
3. SUS PRIMERAS MANIFESTACIONES LITERARIAS. PERIODISTA EN LOS PRINCIPALES DIARIOS. SUS LIBROS. SUS TEXTOS ESCOLARES
Cuando Blomberg finalizó sus estudios secundarios, se destacó como un notable alumno de literatura. En 1906, fue premiado por haber escrito su “Oda a España”, composición galardonada con la medalla de Oro por la Asociación Patriótica Española.
Luego, en sus años de marinero itinerante y estudiante de derecho (Blomberg estudiaba las constituciones y los códigos de leyes desde el barco donde trabajaba) empezó a escribir versos. Desde 1910 como mínimo pueden leerse algunos de sus jóvenes poemas marítimos en “Caras y caretas” y “Fray Mocho”. En uno de sus viajes de regreso, publicó en 1912 el libro de poesías “La canción lejana”. Dos años más tarde se radicó en Buenos Aires después de haber navegado por el mundo y de haber recorrido muchos países de América, Europa, Asia y África[4].
A mediados de los años diez comenzó a colaborar con los diarios “La Razón” y “La Nación” y para finales de la década ingresó al Consejo Nacional de Educación. En 1920 apareció su segundo libro de poemas, intitulado “A la deriva” y si librito de cuentos y novelas cortas, llamado “Las puertas de Babel”, que contaron con el prólogo de Manuel Gálvez. En 1921, llegaron “Gaviotas perdidas” y el premio de literatura otorgado por la Municipalidad de Buenos Aires que le granjeó un reputado reconocimiento entre la alcurnia literaria. Un año mas tarde, publicó “Bajo la cruz del sud” (poemas) destacándose siempre como un poeta, leído tanto por sus pares como por el público lector. En 1923, publicó el libro de cuentos “Los habitantes del horizonte”. En 1924, salieron a la luz “Las islas de la inquietud” (poesías) y las novelas: “Los soñadores del bajo fondo” y “Los peregrinos de la espuma”.
También dieron frutos sus trabajos de divulgación escolar, que escribiera desde su cargo público. Una de sus obras educativas conocidas fue el libro “El sembrador” de 1923 y otros que le siguieron en las aulas de todo el país fueron relevantes como “El surco”, “Mundo Americano”, “Vendimia” y “Pensamientos”. A esa altura, Blomberg ya era uno de los escritores más famosos de Buenos Aires.
4. BLOMBERG Y EL TEATRO. SU CONOCIMIENTO CON IGNACIO CORSINI. SIGUEN SUS ÉXITOS LITERARIOS CON “NAVES”.
En 1925, Blomberg causó un éxito de taquilla con su libro “Naves”, contenedor de poemas y cuentos sobre marinos, barcos y océanos de excelsa calidad. También publicó el libro de relatos “La otra pasión”, pero su más destacada actividad de la temporada fue la creación de una obra para teatro[5].
Alberto Vacarezza, -amigo de Blomberg en las tertulias de “Los Inmortales”- dirigía por entonces la compañía que encabezaba el galán-cantor Ignacio Corsini junto a Gregorio Cicarelli en el Teatro Apolo. Pablo Suero (quien trabajaba junto a Blomberg y Cadícamo en el Consejo Nacional de Educación, amigo también de Delfino y de Vacarezza)[6], concretó la posibilidad de escribir una obra con Blomberg para que el autor de “La copa del olvido” se la llevara a Corsini.
Inmediatamente, la obra fue estrenada con gran suceso. Desde aquella función de 1925, Blomberg frecuentó la amistad de Ignacio Corsini, aunque en ese momento, ninguno de los dos había pensado en fusionar sus artes en aras de obtener laureles para con la canción nativa.
En 1926, Blomberg seguía sumando publicaciones como “Los pájaros que lloran” (cuentos vinculados a la guerra del Paraguay) y seguía trabajando en el consejo educativo como también escribiendo para los diarios, a los que ahora se le sumaba el jornal “Noticias Gráficas”, como también la revista femenina “El Hogar”. Poco después, dejaría su puesto en el Estado para dedicarse de lleno a la investigación histórica, la enseñanza, el periodismo y el teatro y el radio-teatro.
5. SUS TRABAJOS HISTÓRICOS. NUEVO VIAJE A EUROPA
La Institución Mitre premió a Blomberg en 1927 por su trabajo acerca de “Mitre, poeta”. También comenzó a enseñar en distintos colegios nacionales, en las cátedras de historia y literatura. La docencia la ejerció durante largos años. En 1928, junto a Carlos Schaeffer Gallo, comenzó a escribir episodios históricos para los radio-teatros que transmitía Radio Splendid.
Por esos años, viajó nuevamente a Europa en calidad de corresponsal del diario “La Nación”. Según testimonio radial de Eduardo Moreno, (periodista y letrista del tango “Recuerdos”), Blomberg marchó con su secretaria a Francia, que lamentablemente murió en París. Esa historia habría dado lugar a la letra de uno de sus mejores tangos[7].
En 1929, el estreno de “La pulpera de Santa Lucía” en la voz de Corsini, lo indujo a volcar casi todo su tiempo a la recreación literaria de la historia argentina. Para cerrar el año, Blomberg publicó otro libro de poemas hoy inhallable: “El pastor de las estrellas”.
6. BLOMBERG Y MACIEL Y LA CREACIÓN DE LA PULPERA
Uno de los éxitos musicales vernáculos más grandes de todos los tiempos ha sido sin dudas “La pulpera de Santa Lucía”. Antes de viajar a Europa, Blomberg le pasó los versos a Maciel en 1928, por intermedio de un amigo común ll amado José Gervasio[8], con el propósito de que el moreno guitarrista y pianista de Corsini, pudiera entrever la posibilidad de aunarle una melodía susceptible de ser cantada.
La unión de Blomberg con Maciel constituyó para el tango y el cancionero popular todo, una de las más felices fusiones que se recuerdencomo las que conformaron Carlos Gardel con Alfredo Le Pera, Anselmo Aieta con Francisco García Jiménez o Troilo con Homero Manzi o Cátulo Castillo. La compenetración del poeta con el músico fue sublime y de tal suerte, vieron la luz infinidad de obras para el regocijo de los amantes de la música criolla.
“La pulpera de Santa Lucia” fue la primera colaboración entre los genios, que inmediatamente se plasmó en el tango “La mazorquera de Montserrat”. Corsini estrenó el vals en mayo de 1929 por los micrófonos de Radio Prieto. Sin embargo, según la discografía de Fabio Cernuda sobre la base de los libros de matrices de la casa Odeón, se comprueba que las primeras tomas de “La pulpera” y de “La mazorquera” fueron registradas el 22 de abril de 1929. Quiere decir que Corsini ya había grabado estos temas antes de estrenarlos por la radio. Dada la producción masiva de discos era de esperar que una toma grabada hacia fines de abril se editara en mayo, ocasión del programado estreno radiotelefónico.
Las matrices 3998 y 3999 vendieron la cantidad inusitada de 287.000 placas en breve tiempo. El agotamiento de la impresión de las matrices de las tomas que completaban el disco Nacional Odeón N° 18582 fue tan fugaz debido a la demanda de público que Corsini volvió a repetir otras tres tomas discográficas (una al mes y las otras dos el 19 de junio de 1929). Dos años más tarde volvió a registrar otras tomas de La Pulpera. Esta toma (la de la matriz 3999-5) es la que se ha reeditado permanentemente en discos de larga duración, cintas y compactos, mientras que las primeras versiones (3999 y 3999-3) quedaron en discos de 78 rpm, mientras que las tomas 3999-1, 3999-2 y 3999-4 quedaron inéditas en viejos discos de prueba.
Se calculaba que en los años cuarenta, con las reediciones de la Casa Odeón, el vals llevaba vendidos más de un millón de placas por Corsini. “La Pulpera de Santa Lucía” fue también grabada musicalmente por la orquesta de Francisco Canaro, difundiendo el vals por todos los rincones del país. Con los años lo haría también Alberto Castillo, quien grabó a su vez: "La que murió en París".
7. BLOMBERG Y CARLOS GARDEL
La ausencia más notable en el repertorio de Gardel es la falta de la firma de los temas de Héctor Pedro Blomberg en su cancionero (También la de Claudio Martínez Payva). No tenemos datos certeros acerca de si el cantor y el poeta fueran amigos, aunque es altamente posible suponer que dadas las amistades comunes que profesaban, se hayan conocido personalmente. No hay noticias por el momento de que hayan intimado.
El hijo de Corsini escribió en su libro “Ignacio Corsini, mi padre”, que en más de una ocasión le pidieron desde el palco a Gardel entonar “La pulpera de Santa Lucía”, a lo que el cantor, respetuoso de su amigo y colega Corsini se habría negado repetidamente con hidalguía.
Por otro lado, en el terreno de las elucubraciones puras, el coleccionista Ángel Olivieri solía mostrar un listado de supuestas versiones inéditas (en su mayoría hechas preferentemente en Europa) que le legara Enrique Ruiz Daudet, donde se anoticiaba de las escondidas grabaciones de “La pulpera de Santa Lucía” y “La mazorquera de Montserrat” por Gardel. No viene al caso ahora dar los motivos por los cuales creo que aquello era nada más que una información falsa esgrimida por los antiguos coleccionistas con ánimo sensacionalista (no digo que todas las versiones de ese listado sean falsas, ya que aparentemente el vals “Carmen” estaría grabado por Gardel), pero deben desestimarse las versiones sobre esos registros de Blomberg.
Lo que sí es dable señalar, resulta ser el hecho de que Bruno Cespi rescató de la tradición oral testimoniada por Leguisamo, que Gardel en privado solía imitar a todos sus colegas, inclusive mujeres. Entre esas reuniones privadas, Gardel habría cantado alguna vez “La que murió en París”. Este dato también ha sido rescatado de otra tradición oral por el cantor y coleccionista corsiniano Néstor Bellini, quien llegó a la misma conclusión que yo por medio de otro canal de información. Pero lo concreto es que lamentablemente, no conocemos ninguna versión de Blomberg grabada por Gardel. Pasaba que Razzano gestionaba acuerdos de palabra con el resto de los colegas del ambiente y como varias obras que cantaba Gardel guardaban cierta exclusividad para el cantor francés, Corsini habría convenido que las obras de Blomberg y Maciel serían dentro de la Casa Odeón de su exclusivo repertorio[9].
8. BLOMBERG DESPUÉS DE LA PULPERA
A partir del estruendoso glamor que le deparó “La pulpera de Santa Lucía”, Blomberg dio vida a una cantidad de obras de primer orden que dieron en llamarse del cancionero federal. Evocando las antiguas epopeyas de los tiempos de Rosas, comenzó como nadie a poetizar la historia nacional. Unido a Carlos Max Viale y a Vicente Retta, escribió para teatro “La sangre de las guitarras”, luego hecha ópera por el gran compositor serio Constantino Gaito[10].
Durante los años treinta, Blomberg pasó a ser el periodista más destacado de “Crítica” y se dedicó de lleno al teatro, al radioteatro y a las novelas históricas. Por ejemplo, escribió con Elías Alippi y Schaeffer Gallo la obra “La mazorquera de Montserrat”. También hizo una adaptación para teatro y radioteatro de “La pulpera de Santa Lucía”, en colaboración con Max Viale. Y por si eso fuera poco, escribió una saga de cuentos y novelas históricas que comenzaron con la propia Pulpera en 1931, pero a la que se agregaron “La mulata del restaurador” en 1932 y “La cantora de la Merced” en 1933.
En esos relatos histórico-artísticos, Blomberg nos presentó a todos y todas las protagonistas del cancionero corsiniano. Desfilaban en sus cuentos los personajes de “Los jazmines de San Ignacio”, de “La guitarrera de San Nicolás” y de “La bordadora de San Telmo” (temas que musicalizados por Maciel fueron grandes éxitos de Corsini). Siguió en el teatro con las obras históricas. Con Max Viale volvió a escribir: “La canción de la cautiva” y “El niño Jacinto Rosas”. Con Viale Paz, “La mulata del restaurador”. También escribió una adaptación teatral de “Juan Cuello”, como de “Los aventureros”. Con Roberto Valentini escribió en otra tónica, la conocida obra “El cura gaucho”.
Hacia 1934, Blomberg escribió la famosa obra “Bajo la Santa Federación” para el radio-teatro que se emitía por los programas centrales de Radio Belgrano. Esta obra fue llevada al cine con las adaptaciones y diálogos del propio Blomberg, por gracia de Daniel Tynare. En aquella película hoy perdida actuaba nada menos que el gran cantor Fernando Díaz.
Otro dato histórico a destacar resulta de que en la compañía radiofónica dirigida por Blomberg, llegó a actuar incluso como protagonista, la actriz María Eva Duarte. Esto ocurrió hacia fines de la década del treinta y principios de los años cuarenta. Existe una foto promocionando la radionovela donde la actriz posa junto al poeta.
Blomberg no había cesado en su producción literaria. Con el tiempo nos presentó más libros de poemas como “Los poetas de la tierra”; “Canciones de la vieja Rusia y baladas de Ucrania” (recopilación, estudio y poemas históricos) y “Cantos navales argentinos”, obra sobre la poética dedicada a la historia naval de nuestro país, publicada por vez primera en 1938.
9. OTRAS CANCIONES DE BLOMBERG Y MACIEL
Además de las ya citadas canciones de la dupla referenciada, debemos recordar otros sucesos memorables para nuestro cancionero como ser el tango “La viajera perdida”, que inmortalizara Corsini y que con los años, reflotara Edmundo Rivero desde la orquesta de Aníbal Troilo "Pichuco".
-“No quiero ni verte”, canción grabada por Corsini tomada de un poema más extenso llamado “Andáte”, que hizo famoso el actor y recitador Santiago Arrieta, grabado por éste en la casa Víctor. (Por este tema hubo un juicio por plagio entre Blomberg y Rodolfo Sciamarella -por su tango de ese nombre-, aunque a mi criterio, el poeta corsiniano no tenía razón).
- "Violines gitanos", tango hermosos que grabó Corsini y Roberto Firpo de manera instrumental.
-“Flor de pajonal”, ranchera que grabó Corsini y que generalmente se ha dejado de lado a la hora de reeditar.
-“La canción de Amalia”, vals monumental donde Blomberg logró conjugar con veinte palabras clave, toda la grandiosa novela de José Mármol.
-“Tirana unitaria”, otro vals magnífico que grabó Corsini en 1930 con las guitarras de Pagés, Pesoa y el propio Maciel.
-"Siete lágrimas", canción de 1930, también grabada por Corsini.
-“El adiós de Gabino Ezeiza”, milonga en recordación al legendario payador de 1933.
-“La china de la mazorca”, candombe de 1939, que fuera la última pieza que le grabara comercialmente Ignacio Corsini.
Luego, con el correr de los años, Corsini que cantaba poco y grababa menos, le irradió entre otras creaciones:
-“Barrio viejo del 80”, milonga que grabó Enzo Valentino y Aníbal Troilo con Jorge Casal para discos TK.
-“Bailecito del sur”, bailecito que también grabó Enzo Valentino como solista.
-“Rosa morena”, milonga que grabó Di Sarli con Rufino en la Víctor en 1942.
-“La canción del Tigre Facundo” (canción)
-“El vendedor de calandrias” (vals)
-“Santos Lugares” (refalosa)
-“Los cantores del Yerúa” (canción criolla)
-“La patrulla” (tango que actualmente canta Néstor Bellini y puede verse por internet),
-“El boyero de Lobos” (canción criolla) y muchas más.
Con música del cantor Juan Más escribió en 1927 “La despedida del mazorquero”, obra que Más grabó en la Víctor antes de que Corsini cantara "La pulpera de Santa Lucía". Es probable que esta pieza sea la primera creación de Blomberg que fuera llevada al disco de manera comercial.
10. OTRAS PUBLICACIONES DE BLOMBERG
Además de las obras precitadas merecen destacarse de entre un listado parcial de ediciones:
-“Las lágrimas de Eva” (Novela).
-“Mujeres de la historia americana”, trabajo sobre biografías históricas de las damas más destacadas de la política y la cultura continental.
-“Biografía de José Martí” para la colección de libros de la Biblioteca del diario “La Nación”.
-“Catalina Fontaina, emigrante”, editado para el primer número de la revista “Nuestra novela”, de junio de 1941.
-“Fábulas y cuentos de la selva” (narraciones para niños).
- “Cancionero de la tiranía, 1829-1852”.
-“Cancionero de la independencia”, trabajos que en sus últimos tiempos le llevaron meses de significativo esfuerzo intelectual.
En la década del cincuenta, la casa “Anaconda” publicó un interesante volumen sobre “Poesías selectas” de quien era presentado como el poeta más leído por el público.
Debe recordarse de que en la década del cuarenta Blomberg trabajó y dirigió la revista de actualidad ¡Aquí está!, de notables crónicas culturales. En esa etapa escribió una gran cantidad de artículos históricos que espero algún día poder recopilar. Por lo tanto, la cantidad de artículos periodísticos, versos o ensayos sueltos escritos por el poeta han de ser incalculables, convirtiéndose en muy dificultosa la tarea de gestar una obra completa del autor de marras. (Creo que como no existe una colección completa, tampoco puede entenderse de que exista una “obra completa” para poder presentarse. Siempre hay trabajos inéditos o editados pero desconocidos, tanto en libros o revistas, como en grabaciones de discos que hacen imposible completar toda una obra).
11. COLOFÓN
Blomberg había casado con la señora Elena Smith. No había coincidido con las políticas del peronismo. Nos legó el mérito de haber poetizado la historia con lo mejor de sus talentos literarios. Un escritor y poeta que mereció el reconocimiento absoluto de sus colegas (entre ello Borges) y que gozó del fervor popular ávido de poesías. Un hombre que tradujo el lirismo del puerto y del mar y del mundo de las letras a sus poemas. Un hombre que para el tango ha sido un lujo y que inexorablemente se lo identifica con justeza en trío glorioso junto a Ignacio Corsini y Enrique Maciel. Ojalá que su obra no se deprecie y no se pierda “Como un tango viejo y triste que ya nadie ha de cantar”.
En su estampa nórdica-escandinava, Blomberg fue rubio y de ojos celestes. Su pluma hizo de él su propio milagro, al lograr convertir su vida en una obra y quizás en esta frase que todos recordamos:
“Era rubia y sus ojos celestes
Reflejaban la gloria del día
Y cantaba como una calandria
La pulpera de Santa Lucía”.
[6] Pablo Suero, critico teatral de importancia en los años veinte, también escribió la letra de un tango famoso de Enrique Delfino que grabó Gardel: “Se acuerdan muchachos”. Era común que los cronistas teatrales, trabajaran durante el día en algún empleo nacional y luego, por las noches, para ganarse un dinero extra, visitaran los teatros, vieran obras, hicieran reportajes y escribieran hasta pasada la medianoche en las redacciones de los periódicos.
[8] Los buenos cantores Ignacio y Néstor Bellini, también coleccionistas de Corsini, han rescatado del olvido, parte del archivo de Enrique Maciel. Por obra del destino, entre los papeles recuperados, se encuentra la carta que Blomberg le enviara a Maciel por intermedio de Gervasio con la letra de “La pulpera”. Esta histórica nota, prueba lo que Andrés Chinarro y Gaspar Astarita expresaban, acerca de que fue Gervasio, quien presentó al poeta con el compositor en 1928.
[10] De esa obra es también el vals de Carlos Vicente Geroni Flores, Retta y Max Viale (primo de Viale Paz), “La virgen del perdón”, que grabaran Gardel y Corsini. Dado que dicha obra hace referencia a Manuelita Rosas, mucha gente supone que el vals era del cuño de Blomberg. Tampoco es de nuestro biografiado, el vals “Manuelita”, que cantaba Gardel. Esa obra es música de José María Aguilar y letra de José Macías, profesor de historia en aquel entonces.