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FRANCISCO CANARO

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FRANCISCO CANARO

O EL TANGO EN SI MISMO

Primera Parte

Por Pablo Taboada 

CANARO, FRANCISCO

Seudónimo: Pirincho 

(San José – Uruguay 1888- Buenos Aires-1964)

Violinista, guitarrista, mandolinista, compositor, autor, director de orquesta típica. Productor y director teatral. Productor cinematográfico. Actor ad hoc. Empresario musical. Gremialista. Legendario promotor de artistas y jefe de una familia musical. Máximo difusor del tango en toda su historia. 

1. INTRODUCCIÓN

El fenómeno de Francisco Canaro puede resumirse en esta frase feliz del gran investigador gardeliano Orlando Del Greco: “Toda la historia del tango se resume en este hombre”.

Nada más cierto que la afirmación precedente. La figura, historia, obra personal y artística de Francisco Canaro se asocia al tango no como una rama importante del tronco, sino como el árbol genealógico mismo. Canaro es simplemente un sinónimo más de la palabra tango en cualquiera de sus acepciones.

La trayectoria de Francisco Canaro fue paralela a la vida del tango, o mejor dicho, la vida del tango y la de Canaro se entremezclaron hasta fusionarse sin poder desprenderse nunca. No ha habido en todo el pasado tanguero, ningún intérprete que haya luchado con más entusiasmo por la difusión de nuestra música argentina.

Su fama alcanzó desde tiempos remotos de una fortuna envidiable en el ambiente del tango y su nombre logró metas insospechadas a lo largo de su carrera profesional.

Nació en el Uruguay, tierra tan nuestra como la propia para dar cuna a las glorias tangueras, en el año 1888. Podría sostenerse que vio la luz en la temprana infancia del dos por cuatro, creció con él, vivenció todas las etapas de nuestra música y murió a la postre, en los últimos días de su real apogeo.

El año 1964 fue el punto culminante de un proceso sociológico que había nacido en la generación de 1880. La muerte de la mejor promesa de entonces, también uruguaya, Don Julio María Sosa, se dio casi conjuntamente con la del padrino del tango. Cuando se apagaron ambas estrellas (la tradición y la fuerza) la historia del género viró tan bruscamente que hasta podríamos hablar de un antes irrecuperable y un después liviano y difuso, para el destino del arte popular rioplatense.

Francisco Canaro ha encerrado en su espíritu, razón e historia, el fenómeno y la esencia del tango en sí mismo. 

2. EL URUGUAY Y SU LLEGADA A BUENOS AIRES

Francisco Canaro nació en San José de Mayo, República Oriental del Uruguay el 26 de noviembre de 1888. Su padre italiano fue su homónimo Francisco y su madre (también itálica) se llamó Doña Rafaela Gatto. Pirincho fue el cuarto de diez hermanos. El primer niño falleció. Luego nacieron sus dos hermanas mayores: Juana y Rosa. Después de nuestro biografiado llegaron al mundo, Rafael, Juan, Humberto, Luis, María Esther y Mario.

Al momento de su nacimiento, la partera que ayudó a Doña Rafaela, exclamó que el bebito parecía un pirincho en alusión al copete de dicho pájaro y de esa forma, desde el primer día de su vida, le quedó grabado el ocurrente y espontáneo mote que dejaría huella en la historia de nuestro tango.

Su padre trabajaba en la intendencia local, hasta que inconvenientes de índole política, vinculados a la revuelta de Don Aparicio Saravia, le obligaron a buscar refugio en nuestra patria y de tal suerte, arribó a las playas argentinas. Eso ocurrió por los años 1898/99 y al poco tiempo, por ayuda de un pariente llamado Bonomi, -quien tenia una cantina en San Juan y Matheu-, fueron llegando los demás familiares, instalándose todos en un inquilinato de la calle Comercio (hoy Humberto Primo) entre Pichincha y Matheu, en el barrio de San Cristóbal.

Su hermana Juana quedó en San José y su otra fraterna casó con un napolitano llamado Vicente Zenobio. Reducida la familia se mudaron a la calle Alberti entre Estados Unidos y Europa (hoy Carlos Calvo). Su padre oficiaba de albañil y Pirincho con sus hermanos Rafael y Juan, colaboraban con su madre, trabajando de canillitas. Los Canaro apenas conocieron la escuela de primeras letras en el Uruguay y no pudo por su posición social, cursar los estudios en Buenos Aires. Sin embargo, el padre de los muchachos, contrató un profesor particular para que les enseñara a leer y a escribir.  

3. SUS PRIMEROS PASOS EN LA MÚSICA

Canaro trabajó como canillita, también de obrero en una fábrica y de pintor en un taller de decoradores de Sarandí y Garay. En una ocasión, fueron contratados para pintar el Congreso de la Nación y en esa actividad, cupo el destino que Canaro conociera a otro pintor improvisado, llamado nada menos que Augusto Pedro Berto. Pero su mayor pasión era la música.

Por colaboración de un vecino llamado Don Chicho, aprendió a tocar los tonos elementales en la guitarra y luego con otro amigo, adquirió algunas nociones de mandolín. Recordaba Canaro en sus memorias que también le gustaba cantar y en esa condición fue invitado a serenatas y fiestas familiares para entonar valses y vidalitas. También con amigos, acompañó a algunos cantores criollos de barrio en reuniones privadas. Junto a dos amigos armaron un trío (él en guitarra) y sus consortes en violín y mandolín. Si bien de entrada ejecutaban mazurcas y lanceros, poco a poco, empezaron a ejecutar tangos.

Canaro aprendió de oído en guitarra y mandolín, el tango “El llorón”.  Con facilidad para la intiución musical y ayudado por un amigo apodado “El Tuerto Baboso”, armó un violín con una lata de aceite, ya que este era el instrumento de su mayor predilección. Con esfuerzo de autodidacto dominó el violín de lata y junto a Martín Arrevillaga en mandolín y Rafael Duclós en guitarra (luego gran contrabajista del género), se lanzaron a una gira por el interior de la Provincia de Buenos Aires, con la decidida idea de dedicarse de lleno a la música.

4. DEBUT PROFESIONAL EN RANCHOS. PRIMERA GIRA. SU ENCUENTRO CON PACHO

El trío de Pirincho logró su primer trabajo a cambio de alguna modesta paga o bien cobro a la gorra, en un prostíbulo de la estación de Ranchos, en el partido de General Paz. La gente bailaba allí los tangos de moda. Los integrantes del terceto estuvieron bastante tiempo en la mencionada localidad y en ese interín, Pirincho tomó lecciones de violín con un profesor de la zona. Fueron estos, los primeros rudimentos técnicos de música que recibió el maestro.

Luego de trabajar en Ranchos, recorrieron la Provincia de Buenos Aires y La Pampa. En el pueblo de Guaminí, que contaba con dos casas de baile, llamadas “La verde” y “El colorado”, sucedió el hecho de que sus fiestas bailables fueran animadas por Canaro y Pacho. Mientras Pirincho actuaba como trío musical estable en “La Colorada”, Pacho lo hacía en “La Verde”. De aquellos tiempos, data su entrañable amistad con el compositor del tango “El zurdo”.

El itinerario siguió un par de noches por fondas de Saliquelló y luego, con mejor suerte patrimonial, pasaron a una casa de baile en el pueblo de Tres Lomas. Allí tocaron el tango “Pianta piojito que te cacha el paine”. Llegaron luego a Trenque Lauquen donde actuaron con cierta gracia y luego pasaron a Santa Rosa primero y a General Acha (ambas en La Pampa), después.  

5. UNA SEGUNDA GIRA EN 1907

Desde La Pampa volvieron los músicos a Buenos Aires y luego de estar un corto tiempo en la capital, Canaro y el otrora famoso guitarrista Domingo Salerno, salieron en otra gira para difundir los tangos de aquel tiempo. Consiguieron un contrato para la casa de baile “La Puerta de Fierro” en la ciudad de San Pedro y hasta allí se trasladaron en el año 1907. Al dueto le sumaron la flauta de un músico de la zona apodado “El Cuervo”. En la otra sala de baile de la ciudad, llamada “María Sosa”, tocaba el conjunto del rengo Ernesto Zambonini.

Canaro ganó algo de dinero en San Pedro, pero atento a los negocios, se contactó por medio de unos viajantes de comercio con una casa de baile del pueblo vecino de Arrecifes, donde la dueña del local, necesitada de músicos, ofrecía muy buena paga. De tal manera, Canaro y un bandoneonista sumado en San Pedro, llamado Leopoldo Ruiz “El Chivo”, salieron con rumbo al pueblo aledaño (Salerno se quedó tocando en el local sampedrino). Desde Buenos Aires, se les sumó el guitarrista Pablo Bustos, recreando de tal forma el trío para llenar el palco.

De Arrecifes pasó el maestro a Capitán Sarmiento, volvió brevemente a Buenos Aires y llevó por un tiempo el tango hasta Pehuajó. En esos viajes, conoció y se hizo gran amigo de Victorio “El Pardo” Cejas, al que Prudencio Aragón le dedicara su famoso tango. Tras la temporada en Pehuajó, volvió Pirincho a Buenos Aires para trabajar hasta mediados de 1908 en casas de baile, fondas y prostíbulos de la capital. Para fines de ese año, Canaro dio un gran paso, al pasar a trabajar en uno de los barrios porteños más importantes para tocar tangos. Me refiero a las esquinas del pintoresco centro de La Boca.  

6. CANARO EN LA BOCA

Pirincho empezó a ensayar con un nuevo trío al que completaban Samuel Castriota en el piano y Vicente Loduca en el bandoneón. Consiguieron un gran contrato para trabajar en uno de los templos tangueros de la época: el famoso “Café Royal” de Suárez y Necochea. Los músicos ganaban un sueldo estupendo para la época, ya que cobraban mensualmente 110 pesos cada uno.

El repertorio de aquella época sonaba con los tangos de Campoamor: “La cara de la luna”, “Ahí nomás”, “El sargento Cabral”, “Mi capitán” y “En el séptimo cielo”. Los de Villoldo: “El choclo”, El torito” y “El porteñito”; de Posadas: “El toto”, “Don Juan” de Ponzio; “El Pibe” y “El morochito” de Vicente Greco; “La catrera” de Arturo De Bassi; “La morocha” y “Felicia” de Saborido; “La sonámbula” de Pascual Cararópoli (quien había estrenado en ese café de la Avendia de Mayo y Tacuarí, el tango de Logatti “El irresistible”); “Apolo” y “Venus” de Alfredo Bevilacqua, “El pardo Cejas” y “El talar” de Aragón, entre otros éxitos.

Por aquellas jornadas, Pirincho estrenó su primer tango llamado “La barra fuerte” (1908) y conoció a otros colegas del ambiente como Roberto Firpo y Eduardo Arolas, de quienes se hizo muy amigo. (1909).

7. CANARO CON LOS GRECO Y SU CONOCIMIENTO CON GARDEL Y RAZZANO

Disuelto por otros compromisos el trío con Castriota y Loduca, Canaro se  incorporó en 1910 al conjunto de Vicente Greco para reemplazar al violinista Juan Palito Abate. El conjunto debutó en el café “El estribo” (al que Greco le dedicara un tango) de Entre Ríos al 600. También grabaron discos para la Columbia Record de los Tagini, siendo etiquetados los discos como de orquesta típica criolla dirigida por Vicente Greco.

De aquellos años 1910/11, Canaro dio fe de que en “El estribo” se daban payadas memorables entre José Betinotti, Ambrosio Río, Federico Curlando, Luis García, Ramón Vieytes, y de que también dejaron su sello los noveles Gardel-Razzano. Con este dato, no solo debemos dar crédito a la historia de que los cantores criollos cantaron en “El estribo” (recordemos que Razzano y alguna vez Gardel cantaron cerca de allí, en el Café “Del Pelado” en Entre Ríos y Moreno), sino que por 1910/11/12, se los veía por otras casas de baile como “María la Vasca”, “Laura”, “La China Joaquina”, “Madame Blanch”, “Juanita Ramírez” y “La china Rosa”.

8. DIGRESIÓN SOBRE GARDEL Y RAZZANO EN BASE A LAS MEMORIAS DE PIRINCHO

Quiero recordar que si bien se ha dado como fecha oficial del encuentro entre Gardel y Razzano la de 1911, nada obsta a que la memoria de Razzano pueda tener en sus recuerdos, la imprecisión de algunos pocos años como margen de error. Lo cierto es que cerca de esa época decidieron presentarse conjuntamente en sociedad, siendo posible que con anterioridad (y hay testimonio de ello), actuaran esporádicamente -o con otros compañeros como Martino y Salinas- en las casas de baile citadas por Canaro.

Gardel también era buen bailarín en la época, amigo como prueban las fotos de “El Cachafaz” y “El Flaco” Alfredo Carozzi y no es descabellado suponer que visitara antes del centenario, esas casas en su doble condición de bailarín y cantor criollo.

En ese sentido, otro dato de Canaro se vincula con Gardel. Pirincho hacía alusión a que en ese período 1910/1912, empezó a frecuentar al astro en varios salones de bailes famosos. No precisó si cantando, bailando o haciendo ambas actividades. Es llamativo recordar que Pirincho actuó junto a Vicente y Domingo Greco (íntimos de Gardel ambos, como el resto de los componentes de esa familia), en el “Salón Rodríguez Peña”, al cual Don Vicente tributara su famoso tango. En esos bailes nocturnos, oficiaba como bailarín oficial, otro amigo de Gardel, el inolvidable profesor Casimiro Aín (a quien le dedicaran varios tangos también). El gran investigador Rodolfo Omar Zatti, ha comprobado que Gardel cantó en una velada en su propio honor hacia 1910 (en esa época ya habíase adentrado en el corazón del ambiente), en la que participaron los Greco y Ain. Casi con seguridad podríamos indicar que Canaro estuvo allí presente y que Gardel por aquel tiempo, también hacía las veces de bailarín. (En otra entrada hablaré del tema y de los datos que sobre Gardel dieron el mismo Vasco Aín y la mujer de Cachafaz).             

Actualizado ( Sábado, 12 de Noviembre de 2011 01:02 )  

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