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CHARLO (II)

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CHARLO

SEGUNDA PARTE

SUS INICIOS GARDELIANOS 

Por Pablo Taboada

1. PRIMEROS PASOS DEL CANTOR 

Charlo cursó estudios en la ciudad de La Plata y según él, llegó hasta tercer año de la carrera de derecho, pero hacia fines de 1924, cuando contaba con dieciocho años de edad, cambiaría su suerte para siempre (o Charlo tenía un par de años más de los que habitualmente declaraba o bien le faltaba un poco de madurez para llegar al tercer año jurídico, a pesar de que él mismo declarara que a los diez años había terminado la primaria y haya hecho el secundario de manera relámpago, cosa que nadie cree).

Afecto a la música tocó el piano y participó en un festival estudiantil que se realizaba habitualmente en el Cine General Belgrano de la Avenida Cabildo. Fue tan grande la ovación propiciada por la entusiasta concurrencia que el señor Del Ponte de Radio Cultura, en plena búsqueda de jóvenes figuras para llevar al micrófono, lo contrató para cantar en la emisora. Fue Del Ponte quien lo bautizara a su vez con el seudónimo de Charlo.

Durante la temporada de 1925 Charlo se lució en los programas de Cultura y a su vez cantó por los cafetines tangueros de la capital con las guitarras de Vicente Spina y Miguel Correa, quienes lo secundaron para la tanda de grabaciones que el novel cantante registrara para la casa “Electra”. De aquellas lejanas versiones se recuerdan “Sonsa” de Raúl de Los Hoyos y Emilio Fresedo, donde el artista reluce toda la influencia del imponente Gardel del disco acústico.

Cosa curiosa la del gran Charlo: decía que Gardel era su máximo ídolo y que por tal motivo se privada de escucharlo para no estar tentado a imitarlo. Valga la contradicción lógica y fáctica que encierran las declaraciones del pampeano: si era su ídolo era porque lo escuchaba y si no lo escuchaba, no había manera de saber si podía llegar a ser su ídolo. Igualmente, el acopio que de la versión de “Sonsa” (que también había sido grabado por Magaldi y Rosita Quiroga en Víctor), hizo Charlo, es altamente de prosapia gardeliana. Daba la casualidad de que esa pieza por cuestiones contractuales fue editada en el país por la casa Víctor y la versión de Gardel se publicó en el Brasil y en España y no en la Argentina, de manera que la interpretación publicada por la casa “Electra” (aparentemente exenta de los compromisos legales que generalmente involucraban a la Víctor con la Odeón), permitió que Charlo desplegara su influencia gardeliana sin tapujos.

Es notorio que Charlo haya seguidos un estilo calcado al de Gardel durante los años posteriores: de 1928 a 1933, nuestro biografiado no imponía un estilo propio sino que seguía fervientemente la escuela gardeliana (esto no le quita méritos como cantor ya que siempre fue sublime, su voz y su temperamento musical) y sólo recién a partir del alejamiento definitivo de Gardel en su último viaje al extranjero, Charlo empezó a modelar un estilo propio que sin dejar de tener la esencia gardeliana, logró conmover a los públicos de América con gran elocuencia y personalidad indiscutidas.

2. TRAYECTORIA EN ASCENSO  

Volviendo al relato cronológico de la trayectoria artística de Charlo, debemos decir que también fue llamado por el teatro “Porteño” para trabajar en la compañía de Alberto Ballestero, el legendario autor teatral y letrista de tangos famosos como “Dicen que dicen” con música de Enrique Delfino. Después de ser primera figura allí pasó al “Hypodromme” en reemplazo de la compañía de Azucena Maizani y al “Comedia”. Desde esos años 1925/26, Charlo no cesó en sus éxitos por la calle Corrientes. Uno de sus primeros grandes éxitos fue el tango “Pinta brava” con letra de Mario Batistella.

Paralelamente, fue llamado por la casa Víctor para grabar dos tangos de su sello musical: “Costurerita” con letra de Celedonio Flores y “Pobre varón” con versos de Francisco Brancatti. Otro dato que no hemos confirmado (para no quedarnos solo con el vago recuerdo de Charlo), es su participación como vocalista de la orquesta de Roberto Firpo en 1927, antes de pasar a revestir en las filas de Francisco Canaro y Pancho Lomuto. Al decir de Charlo, por cuestiones internas de la grabadora toda una tanda de registros de Firpo que contaban con su intervención vocal no fueron puestas a la venta. Para no contradecir la buena fe del propio interlocutor, creemos que es factible que Charlo haya gestado alguna prueba con un par de temas inéditos hoy perdidos y no identificados en compañía de Firpo, y que luego por cuestiones comerciales Canaro y Lomuto hayan convenido como socios de Glucksmann -categoría que también revestía Firpo y por la cual muchas veces se tomaban decisiones artísticas de este calibre-, la participación de Charlo como estribillista en las orquestas de los primeros y la desvinculación de Firpo, que contó en los 1927/28/29, con el aporte cantoral de Teófilo Ibañez y luego de Carlos Viván.

Lo cierto es que a partir de 1928, mientras Charlo seguía actuando como galán cantor en las primeras revistas del centro, aparece su voz en los catálogos del Disco Nacional Odeón como vocalista de dos colosos del tango: Francisco Canaro y Francisco Lomuto. Con este hará estribillos y con Canaro estribillos y cantos como solista secundado por un pequeño conjunto dirigido por Pirincho que generalmente ocupaban Luis Ricarddi al piano, Angel Ramos o Federico Scorticatti en fueyes, Cayetano Puglisi o Marcos Larrosa en violines y Olindo Sinibaldi al contrabajo. En algunas de las primeras versiones también solía participar una guitarra que solía ser Juan Caldarella.

De esa primera tanda se recuerdan algunos éxitos como los valses de Mabel Wayne “Ramona”, “Chiquita” y “En un pueblito de España”, los tangos “El taita ladrón” (que también grabó Corsini), “Parque Patricios” de Oscar Arona, “Piedad” de Carlos Percuoco y Luis De Biase, “Viejo callejón” (notable e inmejorable grabación), “Puro cuento”, “Zaraza” de Tagle Lara, “Cachadora” de Lomuto, “Seria seriola” y muchos más como “Lindo tipo de varón” que compuso junto a Enrique Cadícamo con el cual inició una serie de éxitos interminables.

Charlo también actuaba en público con las guitarras que dirigía Rafael Iriarte, en 1928. Después salió en gira con Canaro por el interior del país e Iriarte viajó a Europa, Estados Unidos y México, donde colaboró entre otros con Demare-Irusta y Fugazot. Por su parte, en 1929, el gran concertista y eximio guitarrista de tango y jazz, Héctor Pedro Besada se hizo cargo del conjunto de guitarras de Charlo que completaban Andrés Arrieta y Angel Iglesias (hermano del Iglesias que acompañaba en la Víctor a Gómez-Vila y otros cantores). Pudo haber colaborado algún otro guitarrista en esa época (posiblemente Luis Iglesias, hermano de Angel, pero solo como relevo, ya que el trío típico era Besada-Arrieta-Iglesias). Este conjunto secundó a Charlo hasta fines de 1931, en ocasión de pasar el astro a la casa Víctor, donde lo secundaron desde 1932 Besada, Arrieta y el legendario Ceferino Alonso, quien ingresó al conjunto de Charlo por largos y gloriosos años. Valgan estas palabras para recordar a tan grandes y excelentes músicos que han sido despreciados por los “sabelotodos del tango” que pululan por cualquier navegador virtual. Peor aquellos académicos que enseñaban que el primer guitarrista de Charlo era Manuel Parada. Por favor, estén atentos con los aventureros y confíen en nuestra página.

Charlo pasó a la Víctor y por tal motivo entre 1932 y 1933 colaboró con la orquesta Típica Víctor y con Adolfo Carabelli, grabando varias placas con ambos conjuntos. Mientras que con guitarras dejó para el recuerdo versiones asombrosas como los tangos de Ascanio (y no su hermano Edgardo) Donato y Amadori “1900”, que también había sido grabado por Tania en la Columbia, “Olvidao” de Barbieri y Cadícamo, “Rencor” de su autoría con el citado Amadori, “Mi provinciana” de Matos Rodríguez y Manuel Romero (firmado en Francia bajo seudónimo de Julio), y la canción criolla “El rosal” de los mismos autores y que Gardel estrenara en la película “Las luces de Buenos Aires”. Valses inolvidables de aquella época han sido en la voz de Charlo los de José María Aguilar y Enrique Cadícamo, “Cuando miran tus ojos” y “Lo que vieron mis ojos” que llevó al disco con fondo orquestal al igual que “Soledad“, magnífica y nunca bien ponderada obra de Ciriaco Ortiz y Cadícamo, lo mismo que otros famosos tangos como “Lo novena” de Miguel Bonano y Alfredo Bigeschi y “Hambre” de Cobián y Cadícamo, autor preferente en el repertorio de Charlo. Cerraba este ciclo de versiones una exquisita grabación del tango “Mano a mano” en compañía del Trío de Ciriaco Ortiz.

Asimismo, Charlo, representado ya por José Razzano, había llevado su fama al Uruguay, actuando en Montevideo con Besada, Arrieta e Iglesias en 1929. Contratado por Nicolás Messutti para Montevideo , retornó allí en 1932. En aquellos años Charlo actuaría ante los micrófonos de LR4 Radio Splendid y LR3 Radio Nacional.

Para 1934, regresó a la casa Odeón y grabó algunas piezas con un sexteto que integraban Héctor Besada como primera guitarra y director del conjunto -Charlo no dirigía a Besada, a pesar de lo que solía decir en los reportajes-, Ceferino Alonso, Avelino Casao, Eduardo Arana, Roberto Grela y Edmundo Rivero. El cuarteto que secundaba a Charlo preferentemente en los años 1934/1937 era el integrado por Besada, Alonso, Casao y Arana. Rivero colaboró circunstancialmente y Grela trabajaba como reemplazante de alguno de los cuatro primeros. Esa labor de relevo del conjunto la empezó a esgrimir hacia fines de 1933 en Radio Nacional y tuvo el privilegio de conocer allí a Gardel, quien le habría vaticinado buenos augurios musicales.

En aquellos años Charlo se lució en los programas de Radio Belgrano. También grabó algunas placas con la orquesta del maestro Francisco Canaro. En lo personal, tuvo una relación afectuosa con la cancionista Adhelma Falcón, hermana de Ada. En 1935, al morir Gardel, grabó el magnífico tango de Juan Carlos Patrón -letrista de otros éxitos como “Murmullos” y decano de la Facultad de Derecho de Montevideo-, “El pájaro muerto”. Muchos cronistas anunciaron a Charlo como el sucesor de Gardel. Llegaba el cine con una breve participación cantada en la película “El alma del bandoneón” protagonizada por Libertad Lamarque, donde cantó el bello tango que escribió junto a Homero Manzi, “Horizontes”. Ya nos había dejado “Cobardía” con Amadori y “El viejo vals” con letra del dramaturgo y poeta anarquista José González Castillo. Charlo era un genial compositor como lo atestiguan los títulos nombrados y nos legará muchos más éxitos en los años posteriores. Pero eso lo veremos en la próxima entrada dedicada a este grande del tango.

Actualizado ( Miércoles, 22 de Diciembre de 2010 23:45 )  

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