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PINTIN CASTELLANOS Y CARLOS GARDEL

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PINTÍN CASTELLANOS Y CARLOS GARDEL

Un testimonio interesante

Un aporte a la historiografía en el tango

Por Pablo Taboada

 

1. PROBLEMAS LÓGICOS DE FÁCIL SUPERACIÓN 

No deja de llamarme la atención la poca consistencia lógica de los discursos argumentativos acerca del nacimiento de Carlos Gardel. Sin ser una persona versada en estudios lógicos como pueden serlo en el país los doctores Eugenio Buligyn, Roberto Vernengo o Ricardo Guibourg (sobrino de Edmundo, gran jurista y lógico jurídico quien fuera mi profesor de "metodología" en el curso de doctorado en derecho político de la UBA), he aprendido mínimamente el componente indispensable para darme cuenta de las contradicciones flagrantes que expresan muchos investigadores, y sobre todo las confusiones entre la veracidad de un enunciado, su coherencia, y las verdades de hecho que ese discurso encierra (que no es lo mismo). Me da la sensación de que entre los investigadores del tango en general, se carece fundamentalmente de los dos pilares que debe tener cualquier tipo de investigación histórica: una base fáctica empíricamente corroborable; y una línea de argumentación coherente que sepa exponer sin contradicciones un relato histórico claro, y una interpretación de sentido que otorgue significación a los hechos que se enumeran.

Lamentablemente en la historia del tango estos presupuestos metodológicos escasean. Se suele escribir repitiendo lo que se ha escuchado o que se ha leído en diarios o libros ligeros, sin aval informativo alguno (testimonios grabados, fotos, cartas, partituras, discos, películas, revistas de época, declaraciones a la prensa, etc), y se suele exponer el relato en un tren de aventuras realmente asombroso.

Ejemplo de lo apuntado sería encontrar en una conocida publicación sobre GARDEL, de autores francesistas, decir que un guitarrista de Corsini se llamaba “Rosendo Pagés”, en clara confusión fáctica, entre los guitarristas Armando Pagés y Rosendo Pesoa, o hacer una interpretación psicológista sobre “el trauma” del fracaso discográfico de Gardel en la casa Columbia de 1912.

Veamos: ante el primer caso estamos en presencia de un desliz, fácilmente salvable. Bastará haber visto viejas etiquetas de discos o partituras para determinar correctamente los patronímicos de los guitarristas de Corsini. En última instancia, podría considerare el equívoco como una confusión inocente, producto de altas horas de tarea frente a la computadora; pero el segundo ejemplo: ¿desde dónde se habla (que teoría del conocimiento avala), la posición del sujeto cognoscente para hablar de traumas o trastornos de Gardel por un pre-supuesto de un “fracaso” presunto?, y ¿qué sustancia material se tiene para afirmar semejante enunciado?

Este problema es gnoseológico, y luego metodológico. Primero falta una consigna limitativa en el punto de partida del investigador. ¿Si no tengo ningún indicio que me haga sostener eso, puedo partir de una premisa deliberada?. En el terreno historiográfico, cuando no se tiene una prueba concreta de un fenómeno peculiar dado en el tiempo, se recurre a una explicación general que salde la laguna, siempre y cuando exista algún somero indicio que sea correlato de la teoría supletoria. Pero ese indicio debe ser admitido como testimonio certero. Valga el ejemplo: existen indicios de que Carlos Gardel grabó más discos de los que conocemos. Si bien no puede establecerse con precisión la cantidad de títulos inéditos o faltantes, o la identificación precisa de las obras, si se puede sostener que hubo más grabaciones, y dar razón de los motivos por los  cuales se grababan discos que no se publicaban comercialmente. No se puede afirmar rotundamente una proposición irreductible, pero tampoco resignamos el acto de poder averiguar más cosas sobre el particular. Muchas veces estas hipótesis de trabajo, permiten rastrear huellas pequeñas hasta llegar a pesquisas satisfactorias. La fundada sospecha de que un hecho fue cierto merced al indicio alegado, ha hecho que hoy tengamos los coleccionistas más información o material disponible en nuestro poder. Los invito a leer el blog de “Gardel y sus monumentos” enlazado a esta página, de Alberto Rasore,  investigador gardeliano de lujo, acerca de su trabajo sobre la filmación del tango de Gardel-Le Pera “Volvió una noche” y su inclusión en la película “El día que me quieras”. Nada mejor que ese ejemplo para tener de referencia a la hora de demostrar como un investigador debe enfrentarse a su objeto de estudio.

Pero, ¿cual será la condición de posibilidad que dé verosimilitud al presupuesto de “un trauma psíquico en el cantor por las grabaciones de 1912”?. No conozco ningún indicio que nos permita suponer dicha aseveración, salvo el mero psicologismo de creer que se puede arbitrariamente considerar que lo que el investigador cree, pudo haberlo pensado el cantor. Este camino es incorrecto para investigar la historia de la cultura. Ante todo, porque la imprecisión gnoseológica, nos hace cometer errores metodológicos graves, porque la falta de pruebas empíricas, son suplidas directamente por las deliberaciones del sujeto cognoscente. De aquí a la invención fantástica, solo un paso. Dependerá ello, de la parafarnalia del autor. Y nada más que de eso.  

Otro tercer problema que suele aparecer, además de los errores empíricos, gnoseológicos o metodológicos, son el de los abundantes “sin sentidos” que están lejos de formar parte de significados válidos. Y estas cosas ocurren a menudo, como corolario de la falta de rigor en las cuestiones anteriormente nombradas: base empírica, método claro, lógica mínima: decir, por ejemplo que en la época de los discos acústicos, Gardel era un cantor inmaduro, además de la falta de sentido estético que debería aplicarse por analogía, se comete el error de sembrar la duda de si efectivamente se conocen a fondo las versiones registradas. Puesto que no es posible llegar a esa conclusión, si se ha velado el cumplimiento de los pasos necesarios para llegar a emitir ese juicio: o sea, haber escuchado las versiones, conocer el repertorio de Gardel en su integridad, conocer el repertorio de otros artistas, para comparar y llegar luego a un parámetro mínimo que defina el grado de “madurez”, susceptible de  designar algún adjetivo calificativo para un artista. Todo este proceso, sería vanamente reemplazado si se expone el criterio abstracto de “madurez”, pero si ni ello se expresa, la alocución se torna en un sinsentido insalvable.     

Con estos ejemplos, estarían aclarados algunos puntos básicos para la comprensión de lo que está página pretende: dar al tango una historiografía con base empírica, enunciación lógica, y sentido preciso. 

 2. ALGUNOS SIN SENTIDOS DE LA TEORÍA DEL GARDEL URUGUAYO 

He dado inicio al relato de este ensayo, con algunos ejemplos tomados al azar de partidarios francesistas, para que los amigos uruguayos, no nos traten de “parciales”. Nuestros lectores saben que sostenemos que Gardel nació en Francia y Doña Bertha fue su madre, pero que no nos conformamos con la manera de trabajar de nuestros colegas que afirman la misma historia. Por ende, nuestras diferencias con la totalidad de colegas que dicen lo mismo, a excepción del amigo Fabio Cernuda, quien me ha ayudado a pensar estos temas con largas discusiones durante más de quince años, no reside en la cuestión final y concluyente de un hecho concreto, sino en la manera de narrar una historia, que aunque con final similar, se recorren por caminos abruptamente distintos.  

Veamos ahora algunas pocas afirmaciones de aquellos colegas que sostienen que Gardel nació en Tacuarembó:La historia uruguayista tuvo su inicio cuando  ERASMO SILVA CABRERA (AVLIS), publicó su obra “Carlos Gardel, el gran desconocido”, publicada por un editor que ahora sostiene la teoría francesa. Todos los trabajos posteriores sobre el Gardel uruguayo, giran en torno a los estudios de AVLIS. Quiero atender en este tema solo algunas cuestiones menores, para ir de lleno en otros capítulos y en el primer tomo del TRATADO GARDELIANO, que espero poder publicar dentro de poco.

AVLIS basaba su primera investigación en el vínculo paterno-filial entre Carlos Gardel e Irineo Leguisamo (sí, entre Gardel y Leguisamo, que el autor llamaba “Leguísamo"). Toda su obra trata de fundar con distinto tipo de argumentos esa relación. Sin embargo, en 1985, en su segundo libro sobre Gardel, AVLIS aclaró que estaba equivocado y que todo lo que había dicho perdía sentido, en la medida que todo el árbol genealógico uruguayo se modificaba, porque ahora, sin decirnos el por qué, afirmaba que Gardel y Leguisamo eran hermanos. Desde esta perspectiva nace la teoría uruguayista. El resto trata de ir salvando las palabras que estuvieron viciadas de inverosimilitud desde su origen.

Pongamos por caso otro ejemplo: AVLIS y todos los uruguayistas, consideran que una declaración periodística o el comentario de un espectador o un transeúnte, puede dar con el paradero filial de una persona. O sea, si una admiradora de Gardel que lo vio fugazmente en la puerta de un teatro de Montevideo, afirmaba que Gardel era uruguayo, AVLIS lo reproducía como verdad inmodificable. (También era inalterable la paternidad de Gardel con Leguisamo). Y esto no es una manera de decir, sino que cabalmente con ese tipo de ilustraciones se halla repleta la tesis uruguayista.  

Desmenucemos pacientemente este tipo de comentarios. Ni física ni lógicamente puede deducirse el natalicio de una persona de la declaración verbal de otra. (Adelanto que desde esta afirmación indiscutida, deberíamos tener precaución en cuanto a las declaraciones que suelen darse en los registros civiles o parroquias, pero eso lo trataremos en otro tema, por que es aquí donde falla de lleno la teoría francesista, que no recoge el guante cuando los uruguayistas dicen algunas cuestiones sobre el tema, que desde esta página sí serán desterradas).  

El problema del testimonio de AVLIS sobre la admiradora que le confesó que Gardel le habría dicho que había nacido en el Uruguay, puede ser analizado desde varios puntos de vista.

1. La fuente carece de verosimilitud: quiere decir esto que no es demasiado creíble el hecho narrado, habida cuenta de que no hay manera de probar que esa mujer vio a Gardel y éste le dijo que había nacido en el Uruguay. Lo único capaz de otorgar una prórroga de credibilidad a esa alocución, sería la de suponer, la buena fe de AVLIS. Por lo tanto, concedamos esa licencia.

2. La fuente carece de rigor: quiere decir esto, que a pesar de haber existido el testimonio, el mismo no parece ser demasiado fuerte como para acreditar por sí mismo, el natalicio de Gardel en el Uruguay. Pero, otorguemos viso de fuerza a esa afirmación y sigamos razonando.

3. La fuente carece de autenticidad: quiere decir esto: ¿de qué manera podemos constatar que efectivamente esa mujer haya hablado con Gardel?. Demos por bueno, que esa conversación se produjo: Ahora, ¿cómo saber si Gardel efectivamente le dijo que era uruguayo, o aprobado ese punto, cómo sabemos que Gardel dijo la verdad?. Si los uruguayistas, consideran que Gardel mintió cuando escribió su testamento, y mantienen el parecer de que cualquier persona puede  declarar verbalmente lo que no ha sido, por qué suponer que también declaró lo que era correcto, ante esa mujer, o ante los cronistas?. Sabemos que Gardel declaró más de una vez a la prensa que había nacido en Buenos Aires. ¿Qué quiere significar esto, que Gardel había nacido en el Plata?. No. Sólo equivale lógicamente a decir que de ser cierto que Gardel dijo eso y no fue invención deliberada del cronista, que el cantor dijo que nació en Buenos Aires. Valga la tautología, que la mujer admiradora le haya dicho a AVLIS, que Gardel le dijo que era uruguayo, sólo puede conducirnos a concluir que Gardel le dijo eso. Más esto no es prueba vital, en la medida que de lo que diga una persona,no puede desprenderse como hemos dicho al inicio, la natalidad de otra.

El problema se reduce a una cuestión meramente fáctica. La ciencia biológica hoy día zanjaría muchas de estas dudas, con criterios de ADN, y debemos remarcar que quienes han solicitado esas prácticas han sido, las asociaciones de gardelianos francesistas, que no integramos los miembros de este sitio.  Pero si las autoridades judiciales no permiten que se practique determinada prueba, debemos establecer un orden de prelación, que determine la jerarquía de los testimonios que rodea el asunto debatido.

4. La fuente carece de prelación: significa esto que aún tomando por bueno, el testimonio de AVLIS y su oficiadora, la frase antedicha carece de centralidad. No es un tema mayúsculo para corroborar el natalicio de Gardel, sino sólo una declaración más de las miles que se han vertido sobre el cantor. Pero para no descartar “in limine” esa prueba, deberíamos cotejarla con otra de igual sentido y grado de incidencia, y en un terreno de prelación menor,  pero no neutro. O sea, cotejemos esa declaración con otra similar, aunque no idéntica y tratemos de extraer algunas conclusiones. Va de suyo que este ejercicio analítico, es una muestra de todos los que pueden hacerse sobre cualquier juicio que se emita sobre Carlos Gardel, ordenando lógicamente las pruebas fácticas, e interpretando el sentido más cercano a la verdad de los hechos acontecidos para recrear esta historia.  

 3. PINTIN CASTELLANOS Y SUS MEMORIAS URUGUAYAS

El talentoso músico, compositor, director de orquesta típica, difusor e investigador del tango uruguayo Pintín Castellanos, no necesita presentación. Quien diga dedicarse a los estudios de tango sin saber quien fue Pintín Castellanos, está falto de información y  no podría declararse especialista. En esta inteligencia, ningún argentino u oriental amante del tango, puede negar lo que el símbolo de Pintín Castellanos significa para nuestra música. ¿Habrá alguien más orgullosamente uruguayo que Pintín Castellanos para hablarnos de tango?

El gran músico, visionario como pocos, decidió publicar en 1948 un libro sobre sus remembranzas musicales: “Entre cortes y quebradas. Candombes, milongas y tangos en su historia y comentario”, edición de Colombo Hermanos, Montevideo. Como no podía ser de otra manera en más de una ocasión Don Pintín habla de Gardel y Razzano. Nos dice que compartió muchas reuniones sobre todo con Razzano, y que éste le dio muchas pinceladas sobre la vida de Gardel. En su relato, resalta la orientalidad y el amor de Razzano por el Uruguay y en ningún momento, dice lo mismo de Gardel. Podría suponerse que si Píntin Castellanos nada dice respecto del natalicio de Gardel en el Uruguay es porque no estaba en su idea, vaticinar tal propuesta. Pero los uruguayistas, seguramente dirán que no se puede apresurar una interpretación a contrario sensu de lo dicho por uno de los máximos artístas uruguayos de la historia, porque no se debería desprender a la ligera, significantes de cosas con aquello que  no se ha dicho expresamente. Al margen de que puede interpretarse la objeción que bien podrían hacer los uruguayistas para desacreditar la mención de Pintín Castellanos como sanamente cauta, resulta cuanto menos llamativo, que no haya hecho referencia al nacimiento de Gardel en suelo oriental y sí en cambio, lo remarcó cuando habló de Razzano. Creemos que esto tiene un sentido interpretativo que al final concluiré.

Pero para que no queden margen de dudas, en páginas procedentes (N° 88) dice Don Pintín: “Pese a que Carlitos nació en Francia, eso era realmente un accidente. Su temperamento, su modo de ser y de expresar, lo hacían más nuestro que muchos otros criollos”.

Es cierto que el nacimiento de Gardel en Francia fue fortuitamente accidental, puesto que sociológicamente el astro era argentino, de Buenos Aires y como rioplatense, criollo. Lo que está discutiéndose en esta contienda histórica, es fijar los datos filiatorios y de natalicio del cantor, y como tal, Pintín afirmaba que Gardel era francés.

4. COTEJO DE POSTURAS

Tratemos de establecer una noción nomencladora de pruebas para ordenar los diversos testimonios. Si no pueden determinarse por los motivos que fueren, las pruebas biológicas, debemos partir por las documentales: actas primeramente, fotografías luego, papeles de índole civil en general, etc. (Esto lo haremos en otros estudios futuros).

En una segunda instancia, podemos atender a todas las datas de testimonios orales o escritos, más entre estos, se pueden percibir distintas capas de significado.  

La pruebas biológicas serían las principales. (No sé como no se les ocurrió a algunos sostener que Gardel era hijo de Escayola y de Doña Bertha nacido en el Uruguay. De esa manera salvarían los resultados de un eventual ADN adverso; o como no sostienen como coartada, -como lo hacía muy originalmente el coleccionista oriental Scarsi Herrera-, que Charles Romuald Gardes era, en realidad, Armando Defino).

Las pruebas instrumentales serían las que documentarían algunos hechos pretéritos (cartas, actas, papeles legales, fotos, etc) Va de suyo que documento no es solamente el testamento de Gardel o su pasaporte. Por lo tanto, ante la carencia de las pruebas biológicas, la reconstrucción documental de la vida de Gardel, se torna necesaria e imperecedera. Son pruebas directas de las sucesos. 

Las pruebas orales o escritas de terceros: estas menciones indirectas, ayudan a recrear situaciones. Las que hemos comentado (la de AVLIS y la de PINTIN CASTELLANOS), estarían dentro de este terreno.

Veamos ahora, cual de las dos versiones resulta más verosímil, auténtica, rigurosa y prelativa. Téngase presente que se ha otorgado en el análisis formal del convite, buena fe a AVLIS y como tal, debe gozar de la misma presunción (¿y que uruguayo lo negaría?), el testimonio del gran Don Pintín. 

La fuente de AVLIS descansaba en una admiradora de Gardel, mientras que la de CASTELLANOS era JOSÉ RAZZANO (por no decir el mismo Gardel).

El testimonio de la señora fue reproducido por AVLIS, mientras que en el otro caso, el propio protagonista de las charlas con Razzano publicó un libro en primera persona, para el alcance general del público en la República Oriental del Uruguay en 1948.

El testimonio de Don Pintín es netamente auténtico, puesto que puede probarse que escribió lo que comentó, cotejando el libro aludido. En el caso de AVLIS, esa situación sólo puede suponerse lógicamente, porque no hay manera de cotejar que la señora le haya dicho eso, salvo el supuesto concedido.

La entrañable relación de Pintín con Razzano dá cierta rigurosidad al contenido de su manifestación; caso contrario debería suponerse la mala fe de Gardel, Razzano o el propio Pintín Castellanos, que en este análisis puntual no forma parte, por partir nuestra premisa condicionada por la buena fe del compositor uruguayo.  

Por todos estos motivos, el sentido común, aconseja dar prelación al testimonio de Pintín Castellanos. En este tema, tenemos dos sujetos uruguayos que afirman dos acontecimientos diferentes. De por sí, dado los principios aristotélicos de identidad y de no contradicción, alguno de ambos no puede ser verdadero. No estamos descartando el testimonio de AVLIS, (lo hemos tomado y estudiado), sino que lo reputamos demasiado frágil como para corresponderse con un manto de certeza.

Aclaro que lo que Pintín Castellanos haya escrito (que Gardel nació en Francia), no significa que sea prueba fundamental, sino que Pintín Castellanos dijo lo que no dicen los uruguayistas partidarios de AVLIS. Como no solemos saltar de un juicio asertórico a una verdad de hecho (como hacen los uruguayistas sin excepción), enmarcamos los comentarios del músico uruguayo donde corresponde. Siguiendo la premisa de Castellanos de que Gardel nació en Francia, sólo puede colegirse lógicamente, que DON PINTÍN decía que GARDEL ERA FRANCÉS.

5.CONCLUSIONES 

El significado de esa enseñanza nos permite concluir varias reflexiones:

1) Uno de los más famosos músicos uruguayos de todos los tiempos, que conoció personalmente a Gardel y a Razzano, sostuvo que Gardel era francés.

2) Que no vaciló en 1948, en publicar su libro para todos los amantes del tango del Uruguay, afirmando naturalmente lo que formaba parte de sus conocimientos en el tema.

3) Que el testimonio de PINTÍN CASTELLANOS, es solo uno de los tantos protagonistas del tango del Uruguay que tuvieron trato directo con Gardel o con Razzano que afirmaban la nacionalidad francesa de Gardel.

4) Que la fama del Gardel uruguayo, al margen de alguna nota periodística excepcional, o alguna miscelánea tomada de su última documentación en los días posteriores a Medellín, es fruto de las ediciones de las obras de AVLIS y sus seguidores.

5) Que no en vano, afirmaba AVLIS en su obra de 1967, que muchos músicos destacados del ambiente del tango del Uruguay desconfiaban de su tarea y no compartían sus conclusiones (que luego el mismo rectificó, al reconocer que Gardel no era el padre de Leguisamo).

6) Que por ello, Pintín remarcaba la nacionalidad uruguaya de Razzano y no la de Gardel.

7) Que los uruguayistas, a la luz de estos ítems, deberían cotejar los distintos testimonios de personalidades del Uruguay que sostenían que Gardel era francés y compararlos críticamente con los que sostienen que el artista era uruguayo y analizarlo con la misma seriedad que en este caso, intentando esclarecer la prelación de la fuente y el cuadro que la misma pueda llegar a ocupar en la historia biográfica del ídolo. 

En lo sucesivo, analizaremos otras cuestiones gardelianas, con orden lógico, interpretación de sentido, amplitud probatoria, crítica de la fuente, y sobre todo, base heurística de contenido empírico. Parece que uruguayistas y francesistas necesitan realizar más seguido este tipo de ejercicios.        

PD: Leáse que cuando uso la tercera persona, incluyo la opinión de nuestra página, y cuando utilizo la primera, reluzco alguna historia nítidamente personal.       

Actualizado ( Miércoles, 21 de Julio de 2010 04:08 )  

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